Texto y Fotos: Agustín Borrego
Todavía las personas de más edad, los que eran del grupo de los humildes de Cuba (la gran mayoría), tienen en su mente los tiempos en que tratarse con un médico era un privilegio. Todo cambió luego del primero de enero de 1959.
Los hombres de las batas blancas, formados por la Revolución, llegaron a todas partes de nuestro país, con un humanismo y una sensibilidad inmensos que los han caracterizado por siempre. En la patria se obraron milagros, no por la vara mágica, sino por la entrega y dedicación del personal médico y las políticas del Estado.
Su huella y profesionalidad han quedado grabadas en lugares remotos, en otros pueblos del mundo que agradecen esos servicios. Lo mismo ante un terremoto, un huracán o una epidemia. El agradecimiento de los más humildes, de los necesitados ha quedado en el corazón de los médicos, enfermeras y especialistas en general.
El reconocimiento a todos los que han hecho que nuestras vidas sean mejores; que nos han acompañado en momentos complejos. Son los hombres y mujeres de las batas blancas que formó la Revolución.