Sobre este tema, el máster René González Barrios, reconocido investigador, ofreció a Trabajadores pormenorizadas valoraciones, las cuales resumimos para ofrecérselas a nuestros lectores:
Sentimiento solidario de profundas raíces
Desde los días iniciales del triunfo revolucionario y hasta su retiro oficial de la vida pública, en el discurso político de Fidel fueron una constante las alusiones a lo que indistintamente llamó solidaridad humana, solidaridad revolucionaria, ayuda solidaria, sentimientos internacionalistas, vocación internacionalista, deber internacionalista y espíritu internacionalista, entre otros términos.
El internacionalismo revolucionario, del que Fidel fue apasionado abanderado, nace del análisis de nuestra historia, la de América y la de Cuba, y de la interpretación y asimilación del ideario solidario de los próceres y revolucionarios que le antecedieron. Nuestro internacionalismo es, tanto en lo esencial de su teoría, aún por sistematizar, y en la práctica, autóctono. No es importado ni se debe a la aplicación de manuales.
Sus raíces están estrechamente vinculadas al ideario independentista del siglo XIX insular, poseedor de un fuerte componente antillanista, latinoamericanista, humanista y universal. El flujo hacia y desde Cuba de combatientes y revolucionarios en todos los tiempos fue sembrando en el imaginario popular un sentimiento solidario que marcó profundas raíces de agradecimiento y altruismo en la conciencia colectiva del pueblo cubano. El ciclo independentista de nuestra historia consolidó los cimientos de una cultura solidaria que fue elevándose como uno de los pilares identitarios de nuestra cubanía.
De esa historia llena de gestos y ejemplos de desprendimiento y heroísmo se fue nutriendo el joven Fidel Castro, ávido e insaciable lector que encontró en ella fundamentación para construir su propia visión del internacionalismo proletario y la solidaridad. En correspondencia con esto, defendió la soberanía de República Dominicana, el derecho de Puerto Rico a ser independiente y, aún estudiante, combatió en las calles de la capital colombiana durante el Bogotazo.
Concepción fidelista
El internacionalismo concebido por Fidel tendría como premisas el más absoluto desinterés material, profundo humanismo, acentuado respeto a la autodeterminación de los pueblos y a la soberanía de los Estados, unidos a un resuelto sentimiento antimperialista y anticolonialista e identificación plena con la lucha por la liberación de los pobres y explotados de la Tierra. Este concepto se retroalimentó con lo mejor de la doctrina marxista del internacionalismo proletario, la cual asumió críticamente desde la realidad y perspectivas de nuestro proceso revolucionario, para fortalecer una concepción muy cubana en la manera de hacer y pensar el internacionalismo.
En fecha tan temprana como el 24 de abril de 1959, durante un mitin en el Parque Central de Nueva York, proclamó cuál sería la postura internacional de la Revolución cubana hacia los pueblos oprimidos, y expresó: “(…) es que lo que hace posible las grandes empresas es la fe y el aliento, sembremos fe y estaremos sembrando libertades, sembremos aliento y estaremos sembrando libertades, sembremos solidaridad y estaremos sembrando libertades”.
El 8 de junio de 1961, al clausurar la reunión del Comité Ejecutivo de la Unión Internacional de Estudiantes celebrada en La Habana, reconoció la solidaridad de los pueblos del mundo con Cuba, y declaró que por ello nuestro país se sentía cada vez más solidario con ellos.
Al referirse a la ayuda estratégica, fraterna y desinteresada recibida de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas cuando Estados Unidos de América rompió relaciones con Cuba, declaró que esa asistencia había sido decisiva para la sobrevivencia del proyecto revolucionario en marcha.
Pilar de nuestra cultura política y ciudadana
A partir de 1966, la Mayor de las Antillas, internacionalmente aislada por las presiones del Gobierno estadounidense, devino capital mundial de los movimientos de liberación nacional y la lucha contra el imperialismo y el colonialismo en cualquier rincón del planeta. Fidel hizo del internacionalismo un pilar de nuestra cultura política y ciudadana, de manera que priorizó la ayuda a otros países no solo en relación con la vía armada, sino también ante situaciones de desastres, como ante los terremotos de Perú y Chile.
En junio de 1975, expresó:
“(…) el internacionalismo es una de nuestras banderas más sagradas, y desarrollamos nuestra conciencia internacionalista en la práctica del internacionalismo. Y sumándonos también modestamente, en la medida de nuestras fuerzas, a la tarea de colaborar y luchar también por otros pueblos. Este espíritu internacionalista es la esencia de nuestros ideales revolucionarios (…)”.
Un ejemplo de tal afirmación lo constituye la participación cubana en la lucha por la independencia de Angola donde, conducido personalmente por Fidel, el pueblo cubano escribió una de las más bellas páginas de altruismo y humanismo en la historia. Al referirse a la trascendencia de esa epopeya, en junio del 2015 el historiador italiano Piero Gleijeses señaló: “(…) No existe otro ejemplo en la era moderna en el que un país pequeño y subdesarrollado haya cambiado el curso de la historia en una región distante. El internacionalismo de los cubanos es una lección política y moral plenamente vigente (…)”.
El 26 de julio de 1978, al valorar el significado para Cuba de la ayuda internacional recibida a lo largo de su historia, Fidel calificó al internacionalismo como la esencia más hermosa del marxismo-leninismo y sus ideales de solidaridad y fraternidad entre los pueblos, y afirmó: “Sin el internacionalismo la Revolución cubana ni siquiera existiría. Ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad”.
Y así ha sido siempre, como demuestran, entre otros muchos ejemplos, la atención brindada por Cuba a las víctimas del accidente de Chernóbil en momentos en que atravesaba por la aguda crisis económica que provocó la aparición del llamado período especial; las batallas solidarias por los pobres de la Tierra libradas ante organismos internacionales; las brigadas de maestros que llevaron el saber a pueblos de África y América Latina; la creación de la Escuela Latinoamericana de Medicina y las misiones médicas en diversas naciones.
En la misma línea del pensamiento de Carlos Manuel de Céspedes, José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, quienes concibieron a la Revolución cubana como faro de libertad continental, antimperialista y solidaria, Fidel levantó las banderas e, identificado plenamente con la savia de los libertadores, convirtió en esencia vital la cultura del internacionalismo revolucionario, porque para él, como buen martiano, “Patria es humanidad”.
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Acerca del autor
Graduada de Licenciatura en Periodismo, en 1972.
Trabajó en el Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en el desaparecido periódico Bastión, y como editora en la Casa Editorial Verde Olivo, ambos también de las FAR. Actualmente se desempeña como reportera en el periódico Trabajadores.
Ha publicado varios libros en calidad de autora y otros como coautora.
Especializada en temas de la historia de Cuba y del movimiento sindical cubano.