Poco después de las nueve de la mañana llegó a la consulta de oftalmología del policlínico Pedro Díaz Coello, de Holguín, y esperó hasta cerca de las doce del mediodía, cuando, impaciente, fue a la puerta de entrada a reclamar y recibió la siguiente respuesta de la especialista: “Yo no estoy para ordenar colas, así que me voy a almorzar, venga después de la una”.
Por supuesto que el paciente se vio obligado a hacerlo, pero como vive alejado porque pertenece a otra área de salud, sin ese tipo de servicio, no pudo regresar a tiempo, perdió el turno y ahora tiene que sacar uno nuevo, no se sabe para cuando, pues los glaucomatosos deben chequearse cada tres meses.
Traigo a colación la queja sobre lo acontecido ese día y la actitud de aquella doctora, porque no se trata de un hecho aislado, sino bastante generalizado en cualquier sector, esfera o actividad social en nuestro país.
Recordé entonces lo sucedido a la profesora universitaria que al pedir aclaración en la oficina de reservaciones de la terminal de ómnibus por la cantidad de “empleados” atendidos, le sucedió algo parecido, pues las encargadas del servicio le contestaron: “Nosotras no podemos trabajar con tanto desorden, nos avisan cuando se pongan de acuerdo para continuar”.
Otro tanto le ocurrió a la vecina que le exigió al carnicero las onzas faltantes, “a partir de entonces —afirma— me lleva más recio”; la compañera que en el Registro Civil se quejó por la equivocación en el certificado de nacimiento y le contestaron: “Ahora tienes que esperar y pagar por enmendar el error”; y a quien en el correo le dieron la razón al protestar, porque no le habían querido pagar el giro en una ventanilla y al tratar de hacerlo de nuevo, la empleada le respondió: “Ya tu turno pasó, tienes que hacer la cola otra vez”.
Los ejemplos citados son elocuentes y confirman que tomar represalias contra quienes demandan sus legítimos derechos se ha convertido en una práctica común ante reclamaciones por deficiencias de cualquier índole.
Pero lo más preocupante es que quienes así actúan lo siguen haciendo impunemente, sin que ningún responsable de turno, inspector o dirigente administrativo que les imponga una amonestación, multa o medida disciplinaria.
De ahí que el pelotón de los inconformes, el cual está integrado por quienes sí “cogen lucha”, critican y protestan, se reduzca por día ante el temor a las represalias y ganen espacio la inacción, el desinterés y la desidia.
Se trata de una tendencia negativa que debemos revertir en el menor tiempo posible, mediante el incremento de la exigencia y control en todos los niveles y la adopción de sanciones ejemplarizantes.
No son tiempos de andar con “paños tibios”, ni de ser paternalistas o complacientes con aquellos funcionarios o empleados que de forma reiterada estafan, maltratan al público o prestan un servicio deficiente, amparados por la impunidad.
Algo que supongo pase por alto y que es una pregunta que me hago todos los dias: Acaso se podra arreglar todo este barullo, todo este lio, tanta negligencia, maltrato, desidia, desorden e indisciplina???, disculpen amigos mios, pero no hay nada peor que perder la fe, pero con semejantes mortales, se pierde no solo la fe…
Es una pena que o escrito por ud. de esta forma tan abierta, franca y real, solo aparezca en este periodico, para mi con muchisimo prestigio y sabiduria, escuela igualmente de excelentes prodùfesionales de la prensa…Diciendo todo esto, que es merecido realmente. Al respecto las mas de las veces no solo ocurre impunemente, sino quecuentan hasta con el apoyo de los jefecillos de pacotilla, y tambien de algun que otro amiguito, que esta ahi muy cerca algunas veces y toma partido a favor de tales desmanes.
He pensado siempre que ha habido muy malos ejemplos en todo el pais en cuanto a la garantia del trabajo a las personas, por ello siempre considere que un centro de trabajo no puede buscar trabajadores, sino todo lo contrario. Los primeros dias de un incorporado a cualquier labor debe estudiarse, aunque tenga que pagarsele, sus derechos y deberes, obligaciones apenas escritas en ningun puesto laboral en Cuba. A prueba seis meses, tiempo suficiente para que el nuevo trabajador decida si se queda o sus jefes si son lo suficientemente responsables, decidan si cumple con los requisitos del puesto.
El primer ejemplo puesto en el articulo escrito, no es el unico, hay una falta de muchas cosas en algunos trabajadores de salud , que dejan mucho que desear de los verdaderos afectos con que se debe trabajar en ese tipo de especialidad. El trato con publicos diferentes requiere de mucha profesionalidad, muchisima. La maxima de que el cliente siempre tiene la razon es al menos en un elevadisimo por ciento de lugares en mi querido pais, palabras que se lleva el viento. El carnicero toma medidas, tambien el bodeguero, el que vende boletos te mira hasta con mala cara y debes ir con datos precisos uy concretos, actuar con rapidez y no tartamudear, porque te miran y dejan plantado. Que falta de todo, habria que ensenar desde temprano, pero hasta en eso tenemos dificultades pues cuando paso por una primaria o circulo y escucho los alaridos de algunas asistentes y maestros, me pregunto que nino ha de responder de una forma ordenada y decente cuando es esta la educacion que recibe…
Verdaderamente es increible pero hay que tomar represalias con esa gente porque no se les puede llamar compañeros ,hay que atender a toda la gente y si no le gusta se le vota del trabajo que los estudios lo hemos pagado entre todos la revolucion no se hizo para esto ( igualdaz)