En la plaza de la Revolución Mayor General Ignacio Agramonte, en la ciudad de Camagüey, con la alegría característica del momento, con las lágrimas usuales, con la elegancia que requieren eventos como este, 902 jóvenes recibieron el título que acredita la culminación de estudios superiores.
“Concluye así una etapa importante y pasan a formar parte del seno de la clase obrera, donde deben comportarse con sencillez, humildad, y sabiendo que todo lo que son se lo deben a su pueblo. Ahora tienen la obligación de servirles y darlo todo para el desarrollo del país”, aseveró Santiago Lajes Choy, rector de la primera universidad creada después del Triunfo de la Revolución.
Cual fuerte impulso al desarrollo económico social, estos muchachos revertirán el déficit de profesores, contribuirán al control de las empresas, al desarrollo de proyectos de alto impacto económico para la industria y la sociedad, a la innovación, así como a la sustitución de importaciones.
Y es que la Universidad de Camagüey prestigia la educación superior debido a que no se queda entre las aulas, sino que busca irradiar sectores claves de la sociedad como el turismo, ya que por primera vez gradúa 44 nuevos profesionales del ramo.
Omar Rodríguez, uno de ellos, lo comprende, pues considera que el turismo “es el futuro, y pretendemos hacer de esta provincia un referente, y explotar las posibilidades de la ciudad y de la naturaleza”.
En los años de creado, el centro ha formado más de mil 500 estudiantes de diversas naciones, se ha enfocado en el fomento de la informatización de la sociedad, ha impulsado la ciencia como otro producto para la exportación y elemento esencial para el desarrollo, y sobre todo, se ha constituido epicentro de la formación del profesional del futuro.
Quizás por eso, muchos como el ya ingeniero Tomás Segundo Lovingue, procedente de Angola, se llevarán “el ejemplo digno y de superación de la educación universitaria de Cuba, con méritos propios y con sello de solidaridad”.