Esfuerzo que no se derrite

Esfuerzo que no se derrite

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En la planta de La Palma las piedras son de 300 libras.
Fotos: César Augusto Rodríguez

Difícilmente, Aureliano Triste, uno de los 17 hijos del coronel Aureliano Buendía, pudiera encontrar alguna similitud entre la pequeña fábrica de hielo que instalara en el pueblito casi perdido de Macondo y las que hoy funcionan en la capital cubana. En aquella, la peculiaridad fue lo novedoso; en estas sobresale la impronta del esfuerzo de innovadores y racionalizadores.

“Sin el trabajo de los aniristas, de ninguna manera hubiéramos podido cumplir nuestros planes”, nos refirió Francisco Javier Godínez Tamayo, director de la unidad empresarial de base (UEB) Hielo, de la Empresa de Bebidas y Refrescos de La Habana.

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Francisco Javier Godínez, director de la UEB Hielo, de la Empresa de Bebidas y Refrescos de La Habana: “Sin los innovadores y racionalizadores, el hielo fuera imposible en la fábrica Polar»

“A como sea” las 120 piedras de hielo

No más recorrer la vetusta edificación, aledaña a la otrora fábrica de cervezas Polar, comprobamos la certeza de las palabras de Godínez, y recordamos los tiempos de la compra de un mísero pedacito de hielo en la mayor parte de las casas de la ciudad.

Mas los tiempos cambian, y hoy tampoco existe el famoso hielero, pues equipos domésticos de refrigeración están por doquier pero el hielo de fábrica mantiene su sitial para “asuntos mayores”.

Esta de Puentes Grandes es una planta de 1902, poco eficiente, y que cada día, en 24 horas de labor, empeña su esfuerzo en sacar “a como sea” unas 120 piedras de 400 libras cada una.

Unos metros más allá, hay otra pequeña fábrica, más moderna, instalada en el año 2005 con tecnología china y una capacidad diaria de 25 toneladas de agua congelada, pero en forma de frappé, y envasado en sacos, cada uno con 25 kilogramos.

Ambas, junto a la enclavada en La Palma, en el municipio de Arroyo Naranjo, son prácticamente los últimos “reductos” de la producción de hielo en gran escala en el territorio capitalino, y aunque poco se habla de los fabricantes, ellos forman una fuerza fundamental para garantizar las más disímiles actividades, ya sean las fiestas del carnaval, una feliz estancia en la playa, el granizado, o simplemente para amortiguar el insolente sol de estos meses.

A pesar de las fallas tecnológicas, allí cumplen sus planes

“Nuestro cliente principal es la Empresa Provincial de Elaboración de Alimentos (Epea), y también el puerto capitalino y otras empresas e instituciones, pues las entidades de turismo producen su hielo; pero el segmento restante no es abarcado por este colectivo dada su vieja tecnología”, destaca Godínez.

“Así y todo, en la etapa de verano tenemos que afinar la organización con el gobierno habanero y las entidades de Comercio. En enero de este año reparamos y sustituimos los moldes en mal estado para solo trabajar con una de las dos fábricas, pues la otra la sometimos a reparación para enfrentar los meses más calientes. En el 2014 aplicaremos igual estrategia. Es muy grande la tensión”, dice.

“Por ejemplo, en agosto pasado fabricamos mil 400 toneladas de hielo en piedras grandes —el plan indicaba solo mil 230 toneladas— y 22 mil bolsas del escamado, cifra muy superior a las 16 mil que teníamos como récord”, indicó Godínez.

Sobre ello, Luis Ortega, director de la Empresa de Bebidas y Refrescos de La Habana (Ember), destacó que “el alto sentido de pertenencia de estos trabajadores ha sido el mejor aliado para hacer valer una técnica ya obsoleta; ni siquiera contamos con nevera de almacenaje, lo que exige la más estrecha comunicación con la empresa eléctrica a fin de minimizar las afectaciones. A pesar de todo, aún hay reservas por explotar en la planta china”.

El trabajo en una fábrica de hielo es intenso, incluso riesgoso. Hay que tener todos los sentidos muy atentos. “Ahora lo que más nos preocupa —subrayó Enrique Caramés, jefe de producción en la planta de La Palma, en Arroyo Naranjo— es que surja algún problema con la bomba de condensadores; ya en el verano tuvo dificultades y perdimos tres días, aunque finalmente logramos sobrecumplir las poco más de 120 piedras diarias planificadas”.

Lamentablemente, Ernesto Alonso Mayea, el anirista más destacado de toda la UEB, estaba de descanso el día de nuestra visita al lugar. Sus 50 años metido en los trajines del hielo, nos obligaban a entrevistarlo. “Mire, nosotros, que lo conocemos, podemos asegurarle que sin él quizás no hubiera hielo en esta fábrica”, asegura Caramés.

Los precios: asunto por resolver

“Lo fundamental ahora —señala Ortega, el director— es lograr que se revisen los precios hasta ahora vigentes, pues creemos que 11.68 pesos es muy poco para una piedra de hielo de 400 libras, al igual que 1.96 pesos por una bolsa de 25 kilogramos”.

Al respecto, conocimos que ya la UEB hizo su propuesta a la dirección de la Ember para su valoración: 20 pesos por la piedra de 400 libras y 5 pesos por la bolsa de 25 kilogramos. Además, sugieren 15 pesos por la piedra de 300 libras que se fabrica en La Palma y hoy venden a solo 10.80 pesos. “Solo así las utilidades serán acordes al esfuerzo del colectivo”, dijo.  

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