Cargando...
La lucha cubana acostumbrada a felices titulares no acaparó el más llamativo este fin de semana. Su incursión en la Copa Mundial del estilo libre en Yakutsk, Rusia, se saldó con un quinto escaño, que despojados de apasionamientos invita a una respetable reverencia.
La lid, animada por las mejores ocho selecciones del planeta, fue una verdadera guerra de trincheras. El equipo anfitrión sacó la nota más alta al desenvainar su mortal pincel y dibujarle la decepción en el rostro a todos los rivales que enfrentó.
Los nuestros, inquilinos del grupo A y dueños de un carácter de hormigón, iniciaron su camino inclinando la rodilla 9-1 ante los euroasiáticos (alzaron su séptima corona). Después mezclaron el apuro con cordura y desarmaron a la incómoda Turquía 6-3.
A continuación con el combustible de la ilusión se retó a Japón. Fue un combate de estilos. La técnica y la paciencia asiática contra la fogosidad e inteligencia de los criollos. La brega, no obstante finalizar igualada a cinco triunfos, catapultó a los nipones por total de puntos (44-43) a la disputa del tercer puesto.
Por su parte Cuba, con la furia del desquite, que suele ser efectiva, pues nace de la voluntad, enfrentó a Mongolia. Al final la mejor concepción estratégica de Yowlys Bonne 61 kg, Franklin Marén 70 kg, Reinier Pérez 79 kg, Lázaro Daniel Hernández 79 kg, Reineris Salas 97 kg y Oscar Pino 125 kg permitió abrochar la sonrisa 6-4.
Irán concluyó segundo y Estados Unidos tercero. Georgia fue séptima y los otomanos octavos. Significativas lecturas dejó la contienda para los antillanos, todas anotadas en la bitácora de navegación del colectivo técnico para venideras contiendas.
Es justo apuntar que la no participación por lesiones de Geandry Garzón y Alejandro Valdés, dos de los principales remaches de nuestra armadura, tal vez pudo influir en la captura de una mejor posición. Los principales retos para la lucha en lo que resta del año serán los Juegos Panamericanos de Lima, Perú y el Campeonato Mundial en Astaná, Kazajistán, de ahí que cada acción competitiva deba implementarse con precisión quirúrgica.
Hasta las fechas definitivas habrá tiempo para afinar detalles y pulir estrategias. Las cicatrices que dejó la batalla de Yakutsk, aunque escuecen el orgullo de algunos, también son de optimismo. ¿No lo cree?
