Fotos: Leandro Armando Pérez Pérez
La palabra construcción ya constituye moda entre los cubanos. Con la clásica naturalidad que nos identifica, casi todos conocen de mezcla, ladrillo, cemento y de los equipos necesarios para levantar una casa. Pero a lo que casi nadie presta atención es al cómo sobreviven a tantos años de explotación y trabajo los volvos, los komatsu o los camiones belza que humanizan la labor.
Esos monstruos que sirven para trasladar los áridos y tal parecen que mueven montañas, aún caminan entre nosotros gracias a la labor de un equipo camagüeyano que, sin importar grasa o faltantes de piezas, día a día logran repararlos. Ellos pertenecen a la Empresa de Soluciones Mecánicas Camagüey (Somec) y se han convertido durante casi cuarenta años en los reparadores por excelencia del ministerio de la construcción y no solo porque pertenezcan a este sector.
En su currículo se incluyen los diez años que llevan recibiendo honores y reconocimientos por ser destacados, por ser innovadores… a lo que se une, otra vez, la condición de Colectivo Vanguardia Nacional por la labor encomiable del 2012.
Esta familia surgió allá por 1968 como Dirección de Mecanización de la Construcción en las actuales instalaciones. Luego, en 1976 asumen el nombre de Empresa de Reparación de Equipos Agregados, hasta el 2005 que pasan a conocerse como Somec.
Con el corazón
“Nosotros pertenecemos al sistema de la construcción, pero no construimos somos los reparadores”, así comenzó la conversación con Dayamí Rodríguez García, directora técnica. Y es que la misión de los 130 obreros que allí laboran, que pertenecen al sindicato de la construcción, no es otra que la reconstrucción y reparación de equipos y agregados del sistema del sector, así como la fabricación y recuperación de piezas.
“La empresa no distribuye equipamientos lo que hacemos es repararlos – continúa Dayamí –. En estos momentos trabajamos sobre el programa de restauración de equipos del sistema de la construcción y en la recuperación de toda la mecanización de las empresas constructoras. Estamos inmersos en el rescate de 10 camiones belaz y 14 volvos, a nivel nacional”.
Es así como contribuyen al ahorro y la sustitución de importaciones, pues por ejemplo la recuperación de un komatsu le costaría en el mercado internacional al país cerca de medio millón de dólares, mientras que cuando se repara en casa cuesta 150 mil, con un 50 por ciento de piezas nuevas y con calidad garantizada.
Aún cuando el mayor por ciento de los trabajadores son operarios y ese casi 80 por ciento cobra por el sistema de destajo, el éxito numérico y cualitativo de las producciones se basa, como dice Dayamí en que: “somos una gran familia con un alto sentido de pertenencia porque cuando se pide apoyo y colaboración en cualquier tarea todos dan su paso al frente”.
Tal vez por eso no es raro encontrar a miembros de la familia Somec en las reparaciones que se llevan a cabo por el aniversario 500 de la ciudad de los tinajones o en la campaña antivectorial o arreglando un mercado, un hospital, un parque.
Y es que la conquista está dada, como plantea Humberto Fajardo Morejón, director general, en “el reaccionar diario de los trabajadores y en el chequeo de las tareas, además es un gran colectivo que ante la carencia de piezas crea muchas iniciativas”.
La organización de los reparadores
Estos hombres y mujeres son innovadores por convicción y vocación. David García Barrios, presidente del comité de la anir en el centro y jefe de brigada de agregados explica que la seguridad de los “inventos” de los 58 afiliados se basa en la organización: “se hace un plan temático de las cosas que queremos recupe
rar para luego comprar lo necesario porque las otras partes las creamos aquí, pero a los problemas que surgen sobre la marcha también le damos solución.
“Nuestra suerte es que el colectivo tiene mucha experiencia, de más de 30 años, por lo que el taller cuenta con mucho potencial”, asegura David.
La calidad, organización, responsabilidad son palabras que describen a estos obreros que han logrado insertarse en el mercado con productos certificados: las mangueras y la pintura que allí emplean. Y es que todos son conscientes de que son el corazón de la construcción y su trabajo no puede detenerse, pues sin ellos muchos sueños no se cumplen.