«Tal vez como un surtidor, o como la cigarra de las fábulas –afirma certeramente, en el año 2001, la poeta, ensayista y traductora Nancy Morejón, Premio Nacional de Literatura—, Sara González es una leyenda de la trova cubana sin condición ni tiempo».
A esa leyenda de la trova cubana se dedica el libro Sara González. Con apuros y paciencia (Ediciones Unión, La Habana, 2017, 312 pp), volumen nacido del noble empeño de reconocer la huella de esta cantautora en la memoria musical de la isla.
Aparecida originalmente en el 2014, por Ediciones Bagua, de España –publicada dos años más tarde, por Ediciones La Memoria, bajo el título Sara González. Una explosiva ternura—, esta obra presenta un acercamiento a la vida, personal y artística, de la autora de Girón: la victoria.
Con compilación de Mayra A. Martínez y asesoría de Diana Balboa, esta entrega se abre con “Que nos cuente Sara”, sección que reúne varias entrevistas concedidas por la artista, nacida en La Habana, en 1951, y fallecida en esta propia ciudad, en el año 2012.
Sus canciones –como Programa del Moncada, ¿Qué dice usted?, Son de ayer y de hoy y Amor de millones—, su discografía y el reflejo de su imagen en las artes visuales, junto a una amplia colección de fotografías, también se recopilan en estas páginas.
Revelador resulta, indudablemente, el capítulo “Mucho se habla de ti”, en que se agrupan textos con la firma de artistas e intelectuales, de dentro y fuera de la isla, quienes, desde diversas miradas, enfoques y perspectivas, evocan a Sara González.
Ofrecen así sus testimonios, entre otros, la compositora Marta Valdés, el poeta Sigfredo Ariel, el pianista Frank Fernández, el guitarrista Leo Brouwer, el cantautor Silvio Rodríguez, el crítico Frank Padrón, la cantante Sonia Silvestre, el tresero Pancho Amat…
Son textos que recuerdan a Sara como artista, como mujer, como amiga, como ser humano… Textos que, como “Esa increíble, desmesurada mujer”, de su compañera, la pintora y grabadora Diana Balboa, retratan su avasalladora personalidad:
Dicen que se hace camino al andar, yo pienso que el camino hizo a Sarita como fue y como se mostró siempre, pues tenía un respeto por sí misma que le impedía cualquier simulación. Sin arrogancias ni lamentaciones, apartando los resentimientos, pero con una memoria total para lo perjudicial y donde se esconde el mal; ya se ha dicho: sincera, seductora, generosa, amable, no sumisa, jaranera y simpática, pero respetuosa, aunque su lenguaje fuera duro muchas veces.
Con la publicación de Sara González. Con apuros y paciencia, se salda una deuda. Porque este es, indudablemente, un libro que le faltaba al catálogo editorial cubano dedicado a la fecunda, rica y fértil música creada en la mayor de Las Antillas.
Un libro –en palabras del narrador, ensayista y periodista Reynaldo González, Premio Nacional de Literatura— que permite «una mirada calidoscópica a una de las personalidades musicales más interesantes del panorama cubano».