No son estos tiempos ni siquiera parecidos a aquellos primeros años de Revolución, cuando muchos en el mundo cuestionaban la fortaleza del grupo de jóvenes que triunfó en 1959. Sabía Fidel que el pueblo cubano necesitaba de una organización aglutinadora en esas horas difíciles y en las que estaban por venir.
Clausura del IX Congreso de los CDR. Foto: René Pérez Massola
“Vamos a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva. Están jugando con el pueblo y no saben todavía quién es el pueblo; están jugando con el pueblo y no saben la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo”, afirmaba el Comandante en Jefe la histórica noche del 28 de septiembre de 1960, cuando nacieron los Comités de Defensa de la Revolución.
Y la Revolución sobrevivió, creció. En más de medio siglo –aun con significativos problemas por resolver— exhibe logros casi impensados para una nación subdesarrollada. Logros en los que las masas, y con ellas los CDR, tuvieron un papel esencial.
Sin embargo, a la organización le toca reinventarse, y sus dirigentes e integrantes lo saben.
Si una idea quedó clara en el recién finalizado IX Congreso de los CDR es que el contexto actual impone nuevas formas de hacer, lo que implica –en principio— intentar recuperar el terreno perdido, porque aunque existen territorios donde los CDR mantienen el protagonismo de siempre, lo cierto es que en otros no sucede así. Sitios para ejemplificar hay unos cuantos, sobre todo en La Habana.
La voluntad manifiesta de los que asistieron a la cita, que contó con la presencia del General de Ejército Raúl Castro Ruz, es trabajar atendiendo los retos que impone el escenario actual, siempre bajo la premisa de que los CDR nacieron para ser eternos.
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