Por: Alina Martínez Triay y Evelio Tellería Alfaro
Fueron más de 60 las ocasiones en las que Fidel estuvo en el teatro de la CTC. La primera de las cuales se tiene registro se produjo el 9 de febrero de 1959, cuando pronunció un discurso en la Plenaria de la Federación Nacional de Trabajadores Azucareros.
Su trascendencia radica en que constituyó el punto de partida de una labor de convencimiento del líder de la Revolución para que los trabajadores dejaran de luchar en el marco estrecho de su sector y comenzaran a ejercer su papel protagónico en la nueva realidad que estaba viviendo el país.
El vínculo de estos con los gobiernos hasta ese momento había sido de entregarles un pliego de demandas inmediatas para después luchar porque se las concedieran. Así lo hicieron los azucareros en aquella reunión y se encontraron por primera vez con alguien que les habló de que se había creado una base formidable para hacer una república nueva, y la cuestión radicaba no en resolver los problemas de hoy, de este mes, del mes que viene y del otro mes, sino de resolver definitivamente los problemas de Cuba.
“Hay que defender la Revolución con más calor que con lo que se defiende una simple demanda”, dijo. “La Revolución es la demanda de hoy y la demanda del futuro”, y después de su extensa y esclarecedora intervención, los delegados a la reunión decidieron unánimemente abandonar sus exigencias y seguir las orientaciones del Comandante en Jefe.
Fue precisamente en 1959 que Fidel tuvo mayor presencia en el teatro de la CTC (en 13 oportunidades) y se dirigió, entre otros, a los empleados de la Compañía de Teléfonos para respaldar las nuevas tarifas telefónicas y la intervención; a los guagüeros, gastronómicos, textileros, maestros rurales, bancarios y a los dirigentes sindicales reunidos en el X Congreso de la entonces Confederación, a quienes llamó a erradicar de raíz el mujalismo y a contar con dirigentes verdaderamente revolucionarios que representaran los intereses de los trabajadores.
Significativo resultó en 1960, entre otras intervenciones, su discurso en el acto de fusión de todas las organizaciones femeninas revolucionarias el 23 de agosto, que dio nacimiento a la Federación de Mujeres Cubanas.
Fueron numerosos los congresos sindicales y de distintos sectores, plenarias, encuentros de emulación, de estímulo a los mejores cortadores de caña, abanderamiento de contingentes de macheteros, actos de graduación de maestros, médicos y universitarios de diversas especialidades a los que habló en ese escenario.
Allí se escuchó su voz en la conmemoración de aniversarios de la Organización de Pioneros y de la UJC, entre otros importantes acontecimientos.
Resaltan su presencia junto al inolvidable Lázaro Peña en el histórico XIII Congreso de la CTC, la medular intervención que realizó en el Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura, y sus palabras a los candidatos a diputados a la Asamblea Nacional y delegados a la Asamblea Provincial del Poder Popular en la capital, en un año tan complejo como 1993.
Su último discurso en el teatro ocurrió en 1996, con motivo del aniversario 35 de la Campaña de Alfabetización, en que expresó a los educadores:
“Estamos muy conscientes de que este es uno de los sectores más abnegados y que ha cumplido con mayor patriotismo sus deberes en estos tiempos en que se puede salvar o se puede perder la patria, en que se puede salvar o se puede perder la independencia, en que se puede salvar o se puede perder todo lo que hemos hecho y que jamás este país habría logrado con aquella plaga de politiqueros y de ladrones a las que quisieran devolvernos hoy las mafias contrarrevolucionarias que trabajan desde el extranjero, a las que quisieran devolvernos hoy los imperialistas.
“Estas conquistas no pueden, ni permitiremos jamás que se pierdan, y no lo permitirá el pueblo, ¡no lo permitirá!”.
Me encantaría poder volver a disfrutar de una reflexión de Fidel que no logro recordar en su integridad, cuando sentenció: que el revolucionario se entrene en el arte de discutir y decir la verdad. Gracias