De los estudios de organización y de la normación del trabajo he escuchado hablar en varios escenarios. Y las expresiones no han sido positivas, pues de modo paulatino, como se señala en la primera página de la separata, han ido desapareciendo y hoy resulta extraordinario que en alguna entidad se efectúen y establezcan como práctica habitual, semejante a años atrás.
Sin embargo, es medular la importancia de ambos. Tanto es así que en el Reglamento de la Ley 116, Código de Trabajo, específicamente el artículo 117 del Capítulo VIII plantea:
“(…) el empleador para realizar los estudios de organización del trabajo realiza un diagnóstico y a partir de los problemas identificados, determina las medidas a implantar para su solución.
“Los estudios se realizarán con la participación de los trabajadores y la organización sindical y sus resultados, previo a su implantación, se discuten con estos.
“Las normas de trabajo que se elaboren como resultado de los estudios de organización, se aprueban por el jefe de la organización superior de dirección o empresa, según corresponde, con el acuerdo de la organización sindical”.
Ahí está la luz verde, pero el semáforo permanece con la roja proyectada. ¿Por qué?
En una investigación hecha por dos profesoras del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad Camilo Cienfuegos, de Matanzas, ellas plantean que
“en la sociedad actual, donde el hombre es el pilar fundamental (…), para su desarrollo se impone revisar si existen buenas prácticas de trabajo u organización como vía para lograr un incremento de la productividad que permita el crecimiento económico del país”.
En el texto se refieren a algo muy interesante: en la construcción de megaobras como las Pirámides de Egipto y el Acueducto y el Coliseo romanos debió haber una férrea organización del trabajo, pues millares de hombres tenían definido qué hacer, aunque obviamente sin estudios anteriores.
Que se tenga conocimiento, los primeros fueron ejecutados por el ingeniero industrial y economista estadounidense Frederick Winslow Taylor (1856-1915), quien señaló que eran necesarias las normas de tiempo de las operaciones, sobre la base de utilizar incentivos adicionales, facilitar al trabajador instrucciones y entrenamiento, y mantener por parte de la dirección condiciones y abastecimiento técnico y material que aseguren los resultados previstos.
Al referirse al tema, Enrique Cisneros Morris, jefe del Departamento de Organización del Trabajo y los Salarios y Empleo de la CTC, plantea que la organización del trabajo en las entidades laborales integra los recursos humanos con la tecnología, los medios de protección y los materiales, mediante el conjunto de métodos y procedimientos que se utilizan para trabajo con niveles adecuados de seguridad y salud, garantizar la calidad del producto o servicio y el aseguramiento de los requisitos ergonómicos (datos biológicos y tecnológicos aplicados a problemas de mutua adaptación entre el hombre y la máquina), y ambientales establecidos.
En nuestro país, la Resolución 26/2016 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) es la que rige todo lo referente a los estudios sobre este asunto. En opinión de las investigadoras matanceras “en esta quedan muchas lagunas en cuanto a técnicas a emplear y el modo de realizar los estudios, de forma tal que se adecuen a las características propias de cada entidad”. Por lo que, evidentemente, no existen instrumentos, de forma integral, que los faciliten. Esa es una de las aristas del problema.
Necesarios varios frentes
El ingeniero Darién Monzón González, jefe del Departamento de Organización del Trabajo y los Salarios y Recursos Laborales, de la Organización Superior de Dirección Empresarial de Construcción y Montaje (Cubacons), atendió gentilmente la solicitud de dar a Trabajadores sus consideraciones sobre esos temas.
¿A qué se debe que prácticamente se haya perdido la normación del trabajo?
En lo fundamental a la eliminación del antiguo cargo de normador entre los calificadores de cargos. Las funciones quedaron diluidas en el área de Recursos Humanos, perdiendo importancia ante actividades como salario, sistemas de pago y recursos laborales.
Otro de los elementos que contribuyó a esa desaparición fue el hecho de la ausencia de cursos en las escuelas de capacitación del Ministerio de la Construcción, motivada por la poca disponibilidad de profesores y conocedores de la materia, la escasa bibliografía disponible al respecto y la poca demanda del sistema empresarial, el cual no mostraba ni muestra interés al respecto.
Es adecuado señalar, además, que en el sistema de enseñanza es prácticamente nulo el abordaje de ese asunto, y en las asignaturas donde se aprende la organización del trabajo no se da con la profundidad necesaria para fijar conocimientos, pues no solo es superficial, sino que se enfatizan en otros estudios que difieren de la normación.
A pesar de las razones anteriores, la causa fundamental de la desaparición de la actividad en nuestro sector fue el establecimiento del denominado Precons. El sistema de precios de la construcción es de obligatorio cumplimiento. No se permiten modificaciones a los catálogos de normas, con la excepción de aquellas actividades no recogidas en estos. Al tener las empresas cautiva la posibilidad de realizar estudios para determinar los tiempos y rendimientos correctos de los trabajadores y no poseer facultad para su modificación, se perdió el sentido de la actividad de normación y la importancia de esta dentro del sistema de formación, tanto de las organizaciones como de los sistemas de enseñanza.
Tampoco se puede depender de los egresados de los centros de enseñanza, pues los conocimientos prácticos y teóricos en ese sentido resultan deficientes. Solamente la carrera de Ingeniería Industrial contempla asignaturas de esa especialidad, pero carecen de la profundidad necesaria y cuentan con poca vinculación práctica.
¿De qué forma pudiera fortalecerse esta actividad?
Las acciones deben estar expandidas en varios frentes: crear de nuevo el cargo para la actividad de normación; revisar los planes de estudios del sistema de enseñanza y dar la prioridad debida a las asignaturas que hacen uso de técnicas normativas; eliminar la rigidez de los catálogos de normas, dando facultad a las empresas para establecer tiempos y rendimientos acordes a la tecnología que disponen, la fuerza de trabajo y otros elementos de influencia; fomentar los cursos que creen conocimientos y habilidades prácticas, y diseñar y motivar en el sistema empresarial el uso de esa posibilidad.
Otra alternativa sería la creación de un centro (o empresa) que se encargue en los diferentes sectores de la economía de realizar, de forma autónoma o por solicitud de clientes, estudios de tiempo, métodos y rendimientos, entre otros aspectos, para la elaboración de catálogos y su posterior comercialización.
La realidad evidencia que no son solo asignaturas pendientes, sino suspensas. Hay, no obstante, algunas iniciativas viables, como las aplicadas en la empresa termoeléctrica Carlos Manuel de Céspedes, de Cienfuegos, con las investigaciones y tesis sobre organización del trabajo por parte de estudiantes universitarios. Vale la pena retomar el tema. En otra ocasión será.
Acerca del autor
Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.
este asunto de la Normación y Organización del trabajo tiene mucha arista por donde cortar:
lo primero es tener definido el contenido, condiciones y alcance del puesto de trabajo, algo que nuestras industrias por lo general carecen. Si no tenemos BIEN definido que proceso productivo vamos a realizar, con que tecnología o método lo realizaremos nunca podemos normar la actividad más aun con un equipo de muchos años de explotación sin el debido mantenimiento (al cual se debe de establecer su plan de mantenimiento) con unas herramientas de baja calidad y una disciplina tecnológica de mentalidad obsoleta
en segundo lugar, las normas las tienen centralizadas (Clasificador de Normas) por favor no existe dos entidades exactamente igual, aunque su tecnología sea Ídem
y hablando claro al aplicar BIEN la organización del proceso cuantos trabajadores INDIRECTOS dejarían de tener contenido de trabajo ya que pretendemos que la Administración organice y normalice a los trabajadores (los que realmente generan riquezas “VALOR AGREGADO” sin mover la estructura administrativa por favor ellos, directivos intermedios, no pueden juzgarse y a la vez aplicarse las medidas pertinentes
Si me publican BIEN sino, periodista vaya al fondo del asunto para que vea que esta asignatura no esta pendiente o suspensa solo salio del PLAN DE ESTUDIO
CUANDO EL XIII CONGRESO DE LA CTC TODO EL TRABAJO QUE SE REALIZÓ ESTUVO ENCAMINADO A FORTALECER LA NORMACIÓN Y ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO, DE AHÍ PARA ACA TODO HA QUEDADOEN EL OLVIDO