Donald Trump y otro discurso mal pronunciado

Para Donald Trump enfrentar la más baja popularidad registrada por un presidente de Estados Unidos en décadas no significa mucho. Al menos eso se infiere del “extraordinario éxito” que presumió el pasado martes en su primer discurso sobre el Estado de la Unión. Haciendo honor a su exacerbado nacionalismo, el mandatario enunció los “logros” de su administración en el 2017 y reafirmó las líneas de su política interna y externa para el período que recién comienza.

Según trascendió, la alocución de casi 80 minutos ante la sesión conjunta del Senado y la Cámara de Representantes llegó a cerca de 45 millones de televidentes, quienes constataron lo que parte de la prensa internacional calificó como “mentiras o medias verdades”.

Aunque el magnate señaló como triunfo el haber promulgado “los mayores recortes de impuestos y reformas en la historia” de su país, análisis recientes demuestran que su plan fiscal está por detrás de los impulsados por algunos de sus antecesores, entre ellos, el de Ronald Reagan a inicios de los años 80, por solo citar un ejemplo.

Otro de los pronunciamientos que causó polémica fue su alusión a los incrementos salariales alcanzados “después del estancamiento” en ese ámbito. Las críticas se fundamentan en los hechos: en el 2017 el sueldo promedio por hora aumentó solo en un 2,5 %, un crecimiento ligeramente más lento que el 2,9 % registrado un año antes bajo la gestión de Barack Obama.

Además de expresar varias afirmaciones exageradas o inexactas como las anteriores, el Jefe de Estado y de Gobierno subrayó como asunto pendiente la necesidad de modernizar el arsenal nuclear, así como de detener la práctica del embargo al presupuesto militar y financiar por completo al Ejército norteamericano; una decisión que deja ver cuáles son sus prioridades.

La inmigración también se mantuvo como un elemento clave en su ¿oratoria?, pues el empresario prometió naturalizar a 1,8 millones de dreamers a cambio de construir un muro en la frontera con México, cancelar la denominada “lotería de visados” y prohibir a los inmigrantes llevar a sus parientes al territorio norteño.

En cuanto a la política exterior, no hubo sorpresas: Rusia y China como rivales que ponen en peligro los valores estadounidenses, y la República Popular Democrática de Corea como el enemigo al que hay que continuar presionando. Asimismo, mostró su preocupación en lo que consideró los “defectos fundamentales en el terrible acuerdo nuclear con Irán”.

Para completar, el neoyorkino se enorgulleció de aplicar “duras sanciones” a las “dictaduras” de Venezuela y Cuba, al tiempo que ordenó mantener abierta la cárcel en el territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval de Guantánamo, en el suroeste cubano. Con esa última decisión, revirtió una directiva del expresidente Obama para cerrar la penitenciaría, que en sus primeros meses llegó a reunir hasta 800 reos de más de 40 países y en la actualidad mantiene internados a 41 reclusos.

Casi una hora y media estuvo hablando Trump frente a los congresistas. ¿Resultados concretos?: el tercer discurso de su tipo más largo en la historia de la nación norteña y, según una encuesta instantánea de la cadena de televisión CNN, la menor reacción positiva en los estadounidenses en al menos 20 años.