“La naturaleza ha cambiado y ya el sabor del ajo, la cebolla y las viandas no es el mismo”, así refieren Rita y Jorge, quienes durante más de 80 años han vivido en Peralejo, una comunidad rural de Bayamo.
A sus lamentos suman la experiencia de unos vecinos a quienes, según cuentan, se les secó el pozo, y lo que queda de la fuente ahora es salobre. “Cuando éramos niños llovía mucho —recuerda Rita con evidente añoranza— a tal punto que dentro de nuestra casita de tierra brotaban a veces los manantiales; pero hoy día ni los ríos parecen tener el agua que necesitamos”.
Las apreciaciones de estos abuelos bayameses, fruto de las tantísimas primaveras quedadas, comienzan a ser los efectos perceptibles del cambio climático, el cual, en décadas recientes, ha repercutido de forma negativa en los océanos y medios naturales, y en los seres humanos de todos los continentes.
Según concuerdan algunos expertos, el calentamiento global es un hecho y muchas de las variaciones observadas desde 1950 no tienen precedentes.
Explica Marcelo Cid Zayas, director del Centro Meteorológico de Granma, que vivimos en un archipiélago cuya ubicación geográfica y ecosistema frágil lo hacen vulnerable.
“Durante el pasado siglo se registró en Cuba un aumento de la temperatura media anual de 0.6°C —dijo— mientras que el nivel medio del mar tuvo una tasa de incremento de 2.14 milímetros por año; se formaron huracanes intensos, y hubo, además, mayor frecuencia de sequías, fuertes lluvias y crecimiento del número de tornados. Estos regímenes ejemplifican cuales son los principales peligros para nuestro país”.
En cuanto a los impactos estimados en la nación, especialistas del Citma en Granma detallaron que se esperan inundaciones en los asentamientos costeros; disminución de capturas pesqueras y del potencial reproductivo de los corales; modificación de los ecosistemas de humedales; avance de la intrusión salina entre seis y 34 metros; deterioro de cultivos sensibles a incrementos de temperatura; alteración en los patrones de infecciones respiratorias, enfermedades diarreicas y las transmitidas por vectores, así como el detrimento de las fuentes de agua dulce entre un 27 y 63 por ciento.
Se prevé, de igual modo, que 291 playas del país (el 84 % del total) estarían dañadas, el 6 % de la actual superficie emergida puede perderse y de los 245 asentamientos humanos costeros, al menos 87 se afectarán parcial o totalmente.
Anticiparnos, única opción
Con el propósito de paliar los efectos del cambio climático y bajo los criterios de preservar la vida de las personas, además de garantizar la seguridad física, alimentaria y el desarrollo del turismo, en el país se ejecutan múltiples prácticas.
La Tarea Vida constituye en ese sentido una propuesta integral en la que se identifican, por el grado de inseguridad, las zonas y lugares priorizados, sus afectaciones y las acciones a acometer. Estas se ubican en 73 de los 168 municipios del país, de los cuales 63 son costeros.
En su contenido se incluyen cinco acciones estratégicas y 11 tareas, relacionadas, en lo fundamental, con la implementación de normas jurídicas para los cometidos, el ordenamiento territorial, las labores de recuperación y rehabilitación del patrimonio natural y cultural, entre otros.
Tributaron a este vital esquema los resultados de los estudios de peligro, vulnerabilidad y riesgo para la reducción de desastres, del 2004, y del Macroproyecto 8, donde más de 300 científicos evaluaron las posibles contingencias en el litoral por el ascenso del nivel del mar.
Como Plan de Estado, aprobado por el Consejo de Ministros el 25 de abril del 2017, se requiere la ejecución de un programa de inversiones progresivas a corto, mediano, largo, y muy largo plazos.
Granma en la mira
Yanet Sanz Pascual, coordinadora de la Tarea Vida en la Unidad de Medio Ambiente de la delegación del Citma en Granma, puntualizó que en esa provincia los perjuicios derivados del cambio climático se harán perceptibles con la pérdida de tierra firme, viviendas, instalaciones, infraestructura y redes, lo que conllevará el desplazamiento de personas.
Otros fenómenos serán visibles en la vegetación costera, como el mangle, erosión de las playas arenosas, así como la disponibilidad y calidad del agua destinada al consumo.
“Como parte del proyecto contamos con cinco áreas de intervención. La zona de Río Cauto y Yara tiene una alta salinización por la intrusión del mar, y al ser terreno bajo puede abarcar un gran número de hectáreas y dificultar la seguridad alimentaria, pues allí se encuentra uno de los mayores polos productivos de arroz.
“Manzanillo y Niquero son ciudades, igualmente, en sitios muy bajos, con un sistema de alcantarillado deficiente, mal drenaje y comunidades e instalaciones de interés industrial ubicadas en la primera línea de costa, que pueden quedar bajo las aguas si sube el nivel del mar. En toda esa franja la principal barrera para evitar tal penetración es el mangle y, lamentablemente, se ha perdido.
“En el caso de la playa Punta Hicacos, en Pilón, tiene un alto grado de erosión, lo cual implica actuaciones definitivas para recuperarla.
“Por último está la carretera Sur, que enlaza a Granma con Santiago de Cuba por la parte costera, donde los peligros se manifiestan por eventos de deslizamientos. Los huracanes le han provocado grandes daños, y esta vía resulta estratégica desde el punto de vista de la comunicación”.
Señaló la especialista que aunque los aludidos son los lugares priorizados en esta primera etapa de la Tarea Vida, los demás municipios tienen que comenzar a trabajar para aminorar los riesgos y vulnerabilidades.
Ante tan significativa empresa, la alianza entre los factores resulta medular: “Por eso dentro de los organismos de la Administración Central del Estado en la provincia hay una respuesta positiva y entre estos se destacan Recursos Hidráulicos, el sistema de la Agricultura, Empresa Eléctrica y los ministerios de Industria, Educación, y del Interior. También se incluyen los gobiernos de los siete municipios implicados en la Tarea, precisa María Isabel Aguilar Castillo, jefa de la Unidad de Medio Ambiente antes mencionada.
“Los estudios demuestran que habrán afectaciones, por lo que la importancia de la Tarea está en la capacidad de dar respuestas oportunas, en tanto la estrategia es ir trabajando con medidas de mitigación y operar de inmediato en esas áreas por parte de los sectores que ya sienten las consecuencias del cambio climático”, concluyó.