La XXI edición de la Feria Internacional de Artesanía (Fiart) que concluyó ayer en el deteriorado recinto expositivo de Pabexpo, fue, si no la más, sí una de las más concurridas de las celebradas hasta ahora, con una exigente curaduría evidenciada entre el variopinto universo de objetos utilitarios y decorativos exhibidos allí desde el pasado 5 de diciembre bajo el habitual lema Arte, utilidad y oficio.
La diversidad, calidad y creatividad observada en los disímiles diseños de muebles —entre los más deslumbrantes del encuentro—, textiles —deshilados, encajes, bordados— vidrios, muñequerías, cerámicas, maderas y metales, procedentes de diferentes regiones del archipiélago, acapararon la atención de los visitantes nacionales y foráneos, muchos de los cuales vuelven a lamentarse de los elevados precios de estos productos que, de acuerdo con sus realizadores, conllevan considerables gastos en materias primas que elevan sus costos. Tal cuestión, ya la hemos apuntado antes, solamente tendrá solución cuando el Fondo Cubano de Bienes Culturales pueda enfrentar las engorrosas y reales dificultades que demanda el fomento de una red nacional de tiendas especializadas y destinadas a los artesanos, quienes puedan obtener artículos que satisfagan sus justos reclamos.
Dedicado al vidrio, esta convocatoria del evento contó con una amplia y diversa representación de esa modalidad.
Por otra parte, no obstante el notable interés de los organizadores del concurrido encuentro —únicamente comparable con las multitudes que acuden a las ferias del libro—, algunos desaciertos persisten, tales como la venta de los extraños y malamente realizados “adornos” florales hechos con poliespuma (espuma de polietileno), a los que nos referimos cada año y que tanto laceran la formación del gusto estético de los cientos de familias que optan por estos, debido a sus minúsculos precios; así como las idénticas bisuterías que pululan en algunos stands, en las que la creación artística es igualmente subyugada por el empeño de vender más y barato; lógica del pensamiento del comerciante que asimismo se observa entre ciertos calzados, cerámicas y otros objetos solicitados por el público. Tratándose de una feria de tan elevado prestigio, debiera promoverse en ella lo mejor y original de la artesanía.
Desigual contrapartida
El asunto que mayor incidencia negativa tuvo entre los artífices dedicados a las confecciones textiles, volvió a ser la desigual “competencia” que hubo entre las propuestas de varios stands extranjeros, sobre todo los de la India y España, en los que las confecciones evidentemente industriales, con llamativos diseños con brillos, grabados y encajes, asumieron protagonismo al atraer tantas personas cautivadas por los precios asequibles, y las grandes rebajas vespertinas y de fin de semana. Esa situación hace prácticamente imposible la comercialización de las laboriosas y admirables confecciones textiles de los nacionales, cuyas piezas, que a veces exigen varias horas de trabajo en cada una, encuentran injusta contrapartida en aquellas que en apenas una jornada diaria, surgen, por centenares, de modernas e inteligentes máquinas.
Esta vez Pabexpo —donde cuando llueve, del techo emanan incontables y gruesas gotas— resultó pequeño para acoger a los miles de personas que diariamente acudieron. Aunque los pasillos de la instalación son anchos, con más de dos metros para facilitar el tránsito, delante de los quioscos destinados a los calzados, las ropas de la India y las bisuterías, ocurrieron atascos agudizados por la confluencia de los que pasan, y los que se detienen a observar o comprar.
Fiart se ha convertido en una gran fiesta para los cubanos, de ahí la importancia y necesidad de continuar —como hasta ahora— perfeccionando esta cita tan esperada en cada diciembre y que tal vez pudiera prolongar más su período expositivo que en cada edición es menor. En esta ocasión no sobrepasó los 12 días.
Un aspecto que tal vez se deba a intereses organizativos, pero que dificulta la mejor elección de los compradores, fue el relacionado con la distribución de los stands. Muchos de estos con iguales manifestaciones artesanales, como las demandadas bisuterías, textiles y calzados, que estaban dispersas en las diferentes salas de Pabexpo. Agruparlas por especialidades pudiera favorecer no solo el diseño y curaduría de la exhibición, sino además la circulación del público, y ayudarlo a decidir su más conveniente opción.
Vale reconocer a los organizadores de Fiart 2017 y a sus protagonistas, los artesanos artistas, por ofrecerle al pueblo un gran espectáculo visual donde, a pesar de los detalles que quedan por resolver, primaron la calidad y el buen gusto.
Gracias por el artículo, y coencido totalmente,la concurrencia este año ha sido abismal,algo que me gustaria que tuvieran en cuenta los que deciden la fecha y el tiempo de duracion que no la pongan en la misma etapa del festival de cine, creo q hasta los que trabajan en ella se ven afectados de alguna manera,sugiero que se tenga esto en cuenta,saludos y hasta la próxima feria.