Se le llama el gigante del Cardiocentro porque fue su fundador, creador de un sueño, seguidor de una idea, fue de los que hizo de lo casi imposible lo inmenso y lo grande.
Cuando al doctor Raúl Dueñas Fernández, director del Cardiocentro Ernesto Guevara desde su fundación, en 1982, se le encomendó crear una institución asistencial de este tipo en el centro del país, no lo dudó. Se enamoró de la idea, se unió a quienes creyó le acompañarían siempre, y no se equivocó. Le acompañaron en los momentos difíciles y en los de los grandes elogios, como el de ser colectivo moral y excelencia en la salud pública cubana.
Dueñas, hombre excepcional, decidió que era hora de dejar a los jóvenes al mando, que el relevo estaba seguro y consideró esta la hora exacta para retirarse, pero al decir de los propios trabajadores del centro esa ida es por un instante porque de él se hablará a cada segundo y se le recordará siempre por necesario, imprescindible, real y útil.
Creó su obra, que dice es la de muchos, la de todos, pero sin duda fue fundador de la ética de ese centro que parece ser el paraíso en la tierra, según uno de los más reconocidos religiosos cubanos que allí fue tratado. Se sabe que es meticuloso hasta el detalle para lograr la calidad absoluta, el trato exquisito, garante de que se cumplan los protocolos establecidos y a ello se suma que este galeno no creyó en estadísticas sino en las posibilidades del hombre y que su propósito era dar el mejor servicio a los pacientes.
Hizo crecer el Cardiocentro y honrar el nombre de Guevara, extendió la red cardiológica a todo el centro del país , desarrolló los más complicados procederes quirúrgicos, actualmente incluyen todos los procedimientos relacionados con la cirugía cardiovascular y vascular, la cardiología intervencionista y la electrofisiología, con una alta supervivencia ( superior al 95 %) comparable con similares instituciones del primer mundo, y la villaclareña es reconocida por la asistencia médica especializada de altísimo nivel, incluso en Latinoamérica así como la capacidad y profesionalidad del personal médico y paramédico que allí labora y se forma.
Para Dueñas nada ha sido más difícil que darse este permiso: ni las grandes complicaciones de una cirugía, ni las barreras que impone el bloqueo estadounidense, ni los constantes esfuerzos para mantener el índice de supervivencia entre los más estables del país y América Latina en medio de dificultades casi insalvables, nada supera el sentimiento de esta ida, solo lo reconforta el amor de su colectivo, el agradecimiento de los pacientes, familiares y el reconocimiento del pueblo, es un triunfador que es dueño de corazones que laten.