“Yo estoy orgullosa de esta empresa”. Lidia Acosta Leyva reitera la expresión con énfasis y entusiasmo, y lo hace después de una década de merecida y bien ganada jubilación.
Entonces indago las causas de su marcado sentido de pertenencia, en una época en la cual el movimiento sindical cubano insiste en la necesidad de fomentar ese espíritu, incluso entre los integrantes activos de muchos colectivos laborales, donde el desarraigo y la desidia dejan huellas tangibles en el desempeño.
La invito al diálogo en predios de la Empresa Eléctrica Las Tunas, a donde acudió convocada por la Asociación de Innovadores y Racionalizadores, de la que es miembro, que auspiciaba, ese día, un encuentro de Mujeres Creadoras.
“Aquí trabajé 23 años, desde 1983 hasta el 2007, en el área Comercial, y en ese período atendía a los jubilados, y desde mi ´retiro´ soy la secretaria general de la sección sindical que los agrupa”, abunda con satisfacción.
“Nosotros no nos sentimos olvidados”, advierte y comenta que siempre son invitados a diferentes actividades como galas artísticas, actos por el Día del Trabajador del sector, celebraciones de fechas históricas, fórum de ciencia y técnica y chequeos de emulación, en los cuales “hasta nos estimulan con los mismos premios que al resto de los trabajadores”, dice Lidia.
“Cuando la empresa tenía casa en la playa nos incluían en las rotaciones y, ahora en el verano nos planifican viajes a diferentes balnearios y hemos visitado, por iniciativa del Buró Sindical, Birán, el histórico cementerio de Santa Ifigenia en Santiago de Cuba, Mangos de Baraguá y el Lago de los Sueños, en Camagüey”, remarca Lidia.
Reseña que también es cotidiana la atención a los enfermos, entre otros detalles que enaltecen la imagen de la organización empresarial, no solo antes los beneficiarios directos de estas atenciones, sino ante sus públicos interno y externo.
“Por eso, yo estoy orgullosa de esta, mi empresa”, enfatiza y coincidimos en la necesidad de que este proceder se convierta en práctica perenne en el entramado empresarial cubano, y los reclamos del tan llevado y traído sentido de pertenencia trasciendan discurso y se institucionalicen todos los días en la manera de hacer.