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Desde niña Daili Denis Alonso tiene una obsesión: observar el mar. Lo hace a cualquier hora, pero sobre todo pasada la tarde.
Lo hace con amor, y no únicamente porque nació sintiendo el movimiento acompasado de las olas que se forman en la desembocadura del río Sagua la Grande, exactamente en el lugar donde se abrazan el agua dulce y salada, sino porque desde esa fecha integra el Destacamento Mirando al Mar, que existe en Isabela de Sagua.
Daili confiesa que haber formado parte del Círculo de Interés dedicado a las Tropas Guardafronteras, que existió en su escuela primaria, la marcó profundamente y creó en ella una gran atracción, al punto de iniciar estudios relacionados con esa especialidad, los que tuvo que interrumpir por problemas de salud, “de ahí que integrar este destacamento en la actualidad y ser su segunda jefa es una manera de realizar ese sueño”, dice sin que pueda apreciarse desaliento en la expresión y sí una total sinceridad.
Sus recuerdos viajan a los días en que integró el destacamento infantil que se creó de forma paralela al de los adultos, momento no solo fundacional de una vocación personal, sino también de una actividad que es casi rutina en muchos isabelinos, los que realizan de forma voluntaria la custodia del litoral, pues estos grupos se componen de personas de la comunidad, miembros de las organizaciones de masa.
Los Destacamentos Mirando al Mar surgieron desde el mismo triunfo de la Revolución en el 1959 ante la necesidad de proteger al país de las agresiones contrarrevolucionarias que llegaban por vía marítima, funcionan en coordinación entre los CDR y las Tropas Guardafronteras de cada territorio costero.
Tiene entre sus propósitos vigilar el litoral cubano, estar al tanto del recalo de drogas, identificar ilegalidades como el tráfico de especies del mar, también impedir la depreciación del medio ambiente.
“Las isabelinas e isabelinos no le tienen miedo a la noche, tampoco al rumor del mar, menos a las luces que pueden verse a lo lejos, o a ruidos desconocidos que en ocasiones se escuchan. El aire fresco, el salitre y el olor característico a pescado fresco que llega desde el embarcadero te dan fuerzas para cumplir la tarea de observar y ver cualquier anomalía”, expresa Daili y sonríe convencida de que participa en una labor útil.
“Se custodia por zonas, aquí en Isabela de Sagua las más significativas son La Punta, Punta Gorda, Carbonera, El Muelle, La Lomita, es alrededor de un kilómetro de costa que ha sido vulnerable a las irregularidades en ocasiones. Su salvaguardia se hace toda la noche y también durante la madrugada, hemos sido entrenados y estamos preparados para actuar y recibimos información de cómo proceder. Tuvimos momentos complejos, en especial en los momentos difíciles de las salidas ilegales”.
Desde su puesto de trabajo como programadora y promotora cultural en la casa de cultura del poblado, Daili, se encarga de divulgar la eficacia del grupo y la importancia de su quehacer. “Nuestros ojos son una barrera ante las drogas, una pared ante acciones ilegales e inescrupulosas. Con nuestro actuar impedimos que se propaguen conductas indeseadas, contrapuestas con nuestro proyecto social, también nos enfrentamos a las indisciplinas sociales, y a cualquier ilegalidad que se intente cometer en el entorno. Cuidar las costas cubanas es cuidar también nuestra dignidad y nuestra tranquilidad”, concluyó.
