Las primeras gotas de agua llegaron al interior del ómnibus justo con el inicio del aguacero. Por momentos el chorro parecía una ducha. Cuando ya había escampado fuera, persistía la lluvia dentro.
Eso nos cuenta el lector Jorge Diamond, al describir el episodio vivido en el ómnibus 2989 que el día 20 de abril cubrió la ruta Cienfuegos-La Habana.
Todo comenzó cuando pasado el mediodía y al municipio de Jagüey Grande llegó la lluvia. “Poco a poco —recuerda— nos fuimos mojando hasta el punto en que los compañeros de la tripulación sintieron pena y nos ofrecieron disculpas. Ellos trataron en vano de resolver el problema”.
Los viajeros reconocimos la educación y vergüenza de esos trabajadores, al tiempo que le hicimos una crítica a la Empresa de Ómnibus Nacionales, porque tal irregularidad no se corresponde con el elevado precio del pasaje. Y sobre todo porque merecemos un mínimo de respeto y un elemental confort, afirma Jorge, todavía con la sensación de recibir aquellas gotas que parecían no mojaban y sin embargo empaparon.
No copié el número de la chapa, pero el número de flota creo que es 2310. En el ómnibus que hizo viaje el lunes 15 de mayo de 2017, de Camagüey a La Habana en el turno de 3:20 pm, nos pasó lo mismo o peor, porque a la salida de Camagüey ya estaba lloviendo fuera y dentro del ómnibus, y además nos maltrataron muchísimo, nos amenazaron: ¨si se bajan pediremos otro carro pero les avisamos que posiblemente no se vayan hoy y mañana veremos…¨ y también: ¨si se quedan no estén protestando¨. La vergüenza no la vimos por ningún lado. Muchos viajamos mojándonos desde Camagüey hasta La Habana, casi nueve horas, incluso mucho después de haber dejado de llover afuera. Nos caía agua desde el techo, aparentemente por los conductos del aire acondicionado, por algunas ventanillas también, el piso era un río y por las paredes de la guagua: CUCARACHAS. Y nos cobran como viaje de primera.
Y bueno, ¿quien pierde la estimulación en CUC o el Gelly ?