Durante una hora de interrogatorio en una tienda de inteligencia, en la playa de Machurrucuto, la postura revolucionaria de Antonio Briones Montoto impactó de tal modo al subteniente William Izarra, que cambió su vida porque “su historia inició en mí la búsqueda de la revolución”, y marcó “el punto de partida de la gestación, desarrollo y consolidación de mi conciencia revolucionaria”, confesó en un artículo publicado en junio del 2006.
El primer teniente Antonio Briones Montoto, perteneciente a las Tropas Especiales del Ministerio del Interior de Cuba, junto con Gilberto Pico Rivers y Pedro Cabrera Torres, de esa propia fuerza, había llegado hasta aquel paraje situado al este del estado de Miranda, para garantizar la operación de desembarco de nueve revolucionarios venezolanos que se internarían en las montañas de El Bachiller. Cumplida la misión e iniciado el retorno a la isla, la embarcación zozobró. A nado ganaron nuevamente la playa y buscaron refugio en los caseríos costeros.
Una delación concentró allí un fuerte dispositivo formado por agrupaciones de cazadores de todos los puestos de las unidades subordinadas al Teatro de Operaciones Antiguerrillero Destocaribe, en Altagracia de Orituco, otras unidades del ejército y de la infantería de marina, y helicópteros de las Fuerzas Armadas Venezolanas, a las cuales se sumaron periodistas y testigos del desembarco ocurrido la noche antes. Era el 8 de mayo de 1967.
El inexperto Izarra integró el personal designado para los interrogatorios, durante el cual debía obtener información acerca de la aviación militar cubana y su apoyo al movimiento guerrillero. La suma claridad con que Briones Montoto le explicó las razones de su ayuda solidaria a los revolucionarios venezolanos empeñados en hacer realidad los sueños de los libertadores, y los verdaderos intereses hegemónicos de Estados Unidos con respecto al resto del continente americano, caló muy hondo en aquel joven de 19 años recién graduado como piloto militar.
Cuando, al siguiente día, Izarra se presentó en el lugar para continuar el interrogatorio se encontró con que Briones estaba muerto. Las autoridades argumentaban que el hecho había ocurrido durante un intento de fuga, pero lo cierto es que un tiro de fusil FAL le había destrozado el rostro y entre la tropa circulaba el comentario de que habían ordenado ejecutarlos.
Pico Rivers, quien fungió como patrón de la embarcación, también fue asesinado ese propio día, y Cabrera Torres se hallaba gravemente herido, pero ello no impidió que le sometieran a terribles torturas.
Juventud tronchada
Antonio Briones Montoto, nacido en La Habana, el 24 de junio de 1939, de padres muy ligados al líder antimperialista Antonio Guiteras Holmes, se inició en la lucha revolucionaria estudiantil cuando cursaba el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana.
Detenido, torturado y fichado por el Departamento de Investigaciones (Buró) de la policía, partió al exilio, donde se entrenó para regresar a Cuba en una expedición que no llegó a producirse porque antes ocurrió el triunfo de la Revolución, el 1º de enero de 1959. Retornó de inmediato a la patria, donde se desempeñó en los ministerios de Hacienda y Agricultura, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos y el MININT, organismo al cual pertenecía cuando fue asesinado.
Gilberto Pico Rivers, de familia obrera, nació el 4 de agosto de 1940, en Jacksonville, comunidad de inmigrantes ingleses localizada en la entonces Isla de Pinos, hoy Municipio Especial de Isla de la Juventud.
Participó en la lucha clandestina contra la tiranía de Fulgencio Batista. Tras el triunfo revolucionario se formó como oficial de la naciente Flota Cubana de Pesca, y en 1963 se incorporó a los órganos de Seguridad del Estado en las Tropas Especiales del MININT. Cumplió varias misiones internacionalistas, la última de ellas en Venezuela, donde fue asesinado.
Pedro Cabrera Torres, de origen campesino, nació en Pinar del Río, el 31 de enero de 1940, y con apenas seis años de edad se inició en las rudas labores del campo.
En 1960 la familia se trasladó a la capitalina localidad de Santiago de las Vegas, donde Pedro comenzó a trabajar en la fábrica de explosivos; al siguiente año fue seleccionado para integrar el Batallón Especial de Seguridad. Herido y capturado en Machurucuto, Venezuela, el 8 de mayo de 1967, fue trasladado a un calabozo del Servicio de Inteligencia. Una vez convencidos de que no obtendrían de él confesión alguna, lo ultimaron en fecha aún no precisada, entre el 12 de mayo y el 2 de junio
Acerca del autor
Graduada de Licenciatura en Periodismo, en 1972.
Trabajó en el Centro de Estudios de Historia Militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), en el desaparecido periódico Bastión, y como editora en la Casa Editorial Verde Olivo, ambos también de las FAR. Actualmente se desempeña como reportera en el periódico Trabajadores.
Ha publicado varios libros en calidad de autora y otros como coautora.
Especializada en temas de la historia de Cuba y del movimiento sindical cubano.