Cualquiera pudiera imaginar que cada período lectivo comienza en septiembre. Pero nada más alejado de la verdad, pues todo empieza a ajustarse meses antes. Al margen de las cuestiones materiales, también esenciales, el Ministerio de Educación, sobre todo, centra la mirada en la preparación de sus principales directivos, quienes son los encargados de llevar a la práctica lo orientado para las diversas enseñanzas y niveles educativos.
De ahí la trascendencia del seminario nacional de preparación del curso escolar (2017-2018) desarrollado recientemente, donde se pasó revista al quehacer del presente y se precisaron objetivos y prioridades para la próxima etapa.
Este espacio —desde hace algún tiempo establecido como una práctica de trabajo— pudiera decirse que es una especie de clase magistral por la multiplicidad y profundidad de los temas tratados, pues se “tocan” con la mano aspectos relacionados con la vida cotidiana de las instituciones escolares.
Como otras veces se ha recalcado, la calidad de la educación sigue constituyendo el núcleo de cuanto se hace, aun cuando Cuba tiene cumplidas las metas para el 2030 en materia educacional, en cuanto a inclusión, igualdad de oportunidades, desarrollo por igual de las capacidades de los estudiantes, entre otros indicadores.
Mas ese empeño sería impensable sin maestros y profesores preparados, consecuentes con la función que les corresponde desempeñar como docentes del presente siglo, marcado por las nuevas tecnologías y otros adelantos de la ciencia y la técnica.
El próximo curso se dará continuidad al tercer proceso de perfeccionamiento, en el que se ha venido trabajando de manera experimental en algunas provincias del país, y que en septiembre quedará implementado en 154 centros del país, en el primer, segundo y cuarto años de vida de los infantes, y en los grados primero, cuarto, séptimo y décimo, según precisó en el seminario la doctora Silvia Navarro, directora de Instituto Central de Ciencias Pedagógicas (ICCP), entidad que lidera las investigaciones en el sector.
Sobre este aspecto, la titular del sector, Ena Elsa Velázquez Cobiella, ha precisado que “perfeccionamiento implica no solo el esfuerzo por nuevos programas, orientaciones metodológicas, libros de texto y cuadernos de trabajo. Lo más importante en esta dirección es la capacitación y superación permanente del personal docente”.
La escuela cubana del pasado, del presente y del futuro necesita de tal imperativo para llevar adelante sus nobles intenciones, que no son otras sino las de formar a ciudadanos honestos, patriotas, comprometidos con la realidad de su entorno, capaces de comprender el mundo en que viven y para bien transformarlo.
Por ello resulta imprescindible contar con instituciones educativas armoniosas, creativas, flexibles, donde se aprendan cosas útiles, bajo concepciones pedagógicas “ajenas a rigidices o reproducciones de orientaciones generales”, como señalara la Ministra en las palabras iniciales del encuentro.
En cuanto a los acontecimientos históricos será un curso de gran significación: cumplen 50 años del asesinato del Che y ya no está físicamente el Comandante en Jefe entre nosotros. De ahí que el estudio de su pensamiento, vida y obra estará presente en todas las enseñanzas, incluso desde la primera infancia.
También se propiciará el análisis y la reflexión colectiva del concepto de Revolución legado por Fidel, sin duda una guía de acción para el magisterio cubano. Y junto a Fidel, Martí; dos pilares de la labor patriótica en la escuela como señalara el destacado profesor Horacio Díaz Pendás, quien brindó las claves de por qué hay que seguir estudiando al Apóstol, y destacó para tal empeño sus textos, de manera especial, los compilados para cada nivel por Cintio Vitier en los Cuadernos Martianos.
Con esa clarividencia que lo distingue, Díaz Pendás sentenció: “La verdadera sabiduría de un maestro es encontrar el camino hacia el corazón de los alumnos. La tarea no es nada fácil, pues existen tantos caminos como corazones”.
Al igual que en ocasiones anteriores el seminario trazó las pautas. Toca ahora a quienes asistieron transmitir las ideas que allí se expusieron, a fin de que los educadores —en cualquier rinconcito del país— conozcan de primera mano las orientaciones básicas para llevar a cabo un curso exitoso, donde los educandos aprendan y los maestros sientan que el deber, con honor, ha sido cumplido.