El trabajo comunitario es un arte. No depende de recursos financieros, pero sin duda hace, falta contar con la gracia, el carisma y, especialmente, los deseos de hacer y unir a los demás en un propósito noble y común.
Puede surgir en un barrio, en una montaña, en un lugar apartado, y nacer del ingenio de un hombre o de una mujer. No es cuestión de sexo, ni de edad, ni tan siquiera de una geografía determinada. Presupone aunar voluntades, incorporar paradigmas como lo pueden ser el maestro, el médico, la enfermera, el historiador de la localidad, el promotor cultural o deportivo. De ahí que sea integrado, que trascienda lo meramente protagónico para convertirse en un logro de todos.
Por ello, la importancia del Primer Taller de Trabajo Comunitario Integrado que tuvo lugar recientemente, auspiciado por la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), y que abarcó las provincias del occidente, incluido el municipio especial Isla de la Juventud.
Un exponente de cada uno de estos territorios fue suficiente para comprender cuánto se trabaja para mejorar las opciones recreativas, contribuir a la limpieza y la higiene, educar a la población y enfrentar las indisciplinas sociales, por tan solo mencionar algunas.
Quienes participamos en el espacio admiramos el quehacer de líderes comunitarios que día tras día trabajan de manera anónima y desinteresada bajo estos principios. El delegado Raúl Sarduy, de una circunscripción de San José de las Lajas, provincia de Mayabeque; Omaira Scott, de la comunidad Carambola, en Artemisa; o Gastón Martín, del barrio Versalles, en el municipio matancero de Cárdenas, son verdaderos ejemplos.
Trabajo comunitario integrado no es la simple suma de cada uno de estos vocablos; ni todo accionar lo es, aun cuando solucione problemas o necesidades de la población, involucre a la generalidad o a parte de sus vecinos en la ejecución de una tarea.
Este es un proceso de transformación que implica desarrollo humano; donde la comunidad sueña, planifica, conduce, ejecuta y evalúa con plena participación, y es preciso partir de un diagnóstico, alejado de tecnicismos, para multiplicar inteligencias y aptitudes en función del bienestar común.
Y es en la circunscripción donde debe materializarse con mayor efectividad dicha labor, contando con el delegado como coordinador principal, apoyado en profesionales con preparación, motivación, cualidades y potencial humano.
Precisamente es en el barrio donde se encuentran las potencialidades y fortalezas para consolidar asimismo también nuestra ideología socialista, tal y como subrayó en el encuentro Francisco Sánchez Perdomo, secretario de la Asamblea provincial del Poder Popular en la capital.
Cierto es —y esto se reconoce por la dirección de la Asamblea— que la solución de más de un problema no se halla en las manos ni de un ser humano, ni de una comunidad, sino exige de una respuesta económica (para lo cual también se interviene y actúa), como lo son el arreglo de calles y caminos, la situación del abasto de agua, del alumbrado público o la recogida de desechos sólidos, u otros problemas acumulados por disímiles causas.
Sin embargo, en otros tantos la participación popular sí resulta provechosa y factible. “El cambio no puede dejar de venir de afuera, pero no puede dejar de salir de adentro”, es un pensamiento del educador popular brasileño Paulo Freire que muchos toman como guía e inspiración para impulsar iniciativas.
La vicepresidenta de la ANPP, Ana María Mari Machado, luego de escuchar las intervenciones, resaltó que el denominador común de cuanto se hace es la obra de la Revolución, “la cual está presente en cada rinconcito del país”.
Es una labor que no depende de dinero —afirmó—, sino de corazón, pasión, deseos de trabajar y, sobre todo, de mucha integralidad, como su nombre lo indica, y que no puede verse aislada de lo que en cada lugar realizan las diversas organizaciones; entre estas los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas.
El taller sacó a la luz múltiples experiencias beneficiosas y posibles de multiplicar sobre la base de las particularidades de cada lugar, pues solo con unidad se pueden convertir las aspiraciones en hechos concretos.