Más allá de la lógica satisfacción por el cumplimiento de los principales indicadores económicos y financieros del pasado año, llama la atención que el sector de la industria alimentaria y la pesca no alcanzó sus previsiones planificadas en renglones como harina de trigo, yogur de soya, aceite vegetal, pastas alimenticias, pesca, acuicultura, cervezas, conservas de tomate, y otras.
Entre las razones para tal situación están la inestabilidad en el suministro de materia prima, falta de aseguramiento oportuno de insumos y piezas de repuesto, dificultades con la transportación, afectaciones tecnológicas en líneas productivas y en sistemas de frío, y falta de envases, además de importantes incidencias subjetivas.
Amén de lo anterior, y en términos de calidad, parte significativa de lo que sale de sus fábricas acusa elementos de no conformidad, algo achacado esencialmente al hombre, según se debatió en el más reciente pleno del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Alimentaria y la Pesca (SNTIAP).
La reunión, encabezada por el compañero Ulises Guilarte De Nacimiento, miembro del Buró Político y secretario general de la CTC, analizó también el comportamiento de indicadores relativos al salario, y se informó que 12 empresas finalizaron el año con pagos de casi 8 millones de pesos sin respaldo productivo, algo vinculado a razones en su mayoría no imputables a los trabajadores, pero que señalan directamente a la eficiencia de la entidad. Otras 58 deterioraron su utilidad por valor agregado bruto.
En 63 de las 94 entidades de subordinación nacional el salario medio es inferior a los 824 pesos con que cerró el 2016 todo el sector empresarial en el país; en 11 los ingresos se situaron entre esa cifra y los mil pesos y en 20 se pagó hasta 2 mil pesos.
El debate concitó numerosas intervenciones, generalmente dirigidas a exponer la forma en que el movimiento sindical puede incidir en esos importantes asuntos.
Al respecto Pedro M. Díaz Jovel, secretario general del SNTIAP, destacó la necesidad de rescatar la llamada cultura de la calidad y del mantenimiento, objetivos de suma relevancia en un sector muy debilitado por la obsolescencia tecnológica.
Asimismo, quedó clara la responsabilidad de la administración —y, por supuesto, de la organización sindical— ante negativas acciones que ganan presencia en algunos lugares y que están referidas a “engordar” el salario con inejecuciones de presupuestos destinados a la atención al trabajador, para piezas de repuesto o disminución de precios de algunas materias primas, entre otros destinos.
Los sindicalistas analizaron además asuntos vinculados al funcionamiento de su organización, la accidentalidad del trabajo, concertación y actualización de los convenios colectivos de trabajo.
Por su parte, Guilarte De Nacimiento dijo que “si somos sindicato tenemos que hablar de demandas, pero vinculadas al aporte de riquezas. Ya no resulta suficiente ser críticos y plantear los problemas; hay que encontrar las soluciones, pues solo así nos ganamos el liderazgo y la autoridad”.
Subrayó finalmente que nuestro país no podrá llevar adelante la actualización de su modelo económico si los trabajadores no tienen un papel más activo. “El socialismo tiene que satisfacer las necesidades materiales de la población, no solo las prestaciones y servicios sociales”, precisó.