Este domingo falleció en Madrid el colega Amado del Pino, figura querida y respetada no solo en los medios, sino además en el mundo del teatro, en el que no solo ejerció como crítico, sino también como actor y dramaturgo. Su impronta igualmente quedó en el cine, sobre todo por su memorable papel del gordo, en la película Clandestinos, de Fernando Pérez.
Amadito, como cariñosamente le llamábamos, murió a la edad de 56 años. Prolífica existencia que la muerte le arrebató a la cultura cubana, pocos días antes de que este criollo buena gente arribara a los 57 años de edad, en tiempos en que compartía su desempeño profesional entre Murcia, Madrid y su querida ciudad de La Habana, urbe a la que llegó procedente de Tamarindo, Florencia, donde nació en 1960, cuando aquella localidad del hoy norte avileño pertenecía a la provincia de Camagüey.
Además de avezado crítico y periodista, del Pino igualmente se desempeñó como profesor. Se graduó en Teatrología y Dramaturgia en el Instituto Superior de Arte, y entre sus obras para el teatro se encuentran Tren hacia la dicha, Triángulo, Cuatro Menos y Penumbra en el Noveno Cuarto.
Obtuvo infinidad de laureles y reconocimientos, tales como el Premio Virgilio Piñera por su obra El zapato sucio y el Premio José Antonio Ramos, otorgado por la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba por Penumbra en el noveno cuarto.Asimismo le fueron conferidos el Premio Internacional de Teatro Carlos Arniches por su obra Cuatro Menos, el Premio Internacional de Periodismo Miguel Hernández por su libro Los amigos cubanos de Miguel Hernández —escrito junto a su compañera, la periodista Tania Cordero—. Fue jefe de la redacción cultural del periódico Juventud Rebelde y redactor de la revista Revolución y Cultura.