¿No le ha ocurrido que va a una de las cafeterías Ditú, o a otro tipo de unidad de venta, en busca de un refresco Tukola o Cachito y le dicen simplemente que no hay; sin embargo, dos cuadras más allá existe una cafetería particular en la cual puede adquirir el producto deseado, claro, con un precio superior?
El récord lo tienen las maltas. Si un día la encuentra en una entidad estatal, puede considerarse una persona con suerte. Luego, a 20 pesos o más, usted tiene la posibilidad de consumirlas en cualquier paladar.
Lo mismo podría decirse de las cervezas Bucanero y Cristal. Los que las prefieren han tenido que resignarse a consumir la Presidente, Estrella, Sol u otras marcas traídas del exterior.
Hay una realidad, una parte de los productos que deben llegar a la población con precios estatales, de forma inescrupulosa cambian su rumbo, extraídos por debajo del telón, como dicen muchos.
Con ello, tales unidades se convierten, a la vista de todos, en una especie de “mercado mayorista” que limita las oportunidades de la mayoría de personas que viven de su trabajo.
Cierto que la producción de esos líquidos no satisface la demanda nacional, y que no existe el ansiado mercado mayorista oficial, insuficiencia que ha provocado la búsqueda de alternativas en la red minorista, no concebida para dicho fin. Eso se sabe, pero no justifica que aquello que se distribuye para las entidades estatales, se transforme en fuente de ingresos para unos cuantos.
¿Quién le pone el cascabel al gato?, preguntan muchos. Primero, todos los directivos, administrativos, el sindicato y los trabajadores involucrados en esa faena, así como los inspectores que cumplen esas funciones. En tanto se pueda crear el mercado mayorista que exigen las nuevas formas de gestión, debe protegerse más el derecho que tiene la mayoría.
Son numerosos los esfuerzos que deben coincidir, para que cuando uno llegue en busca de un refresco, no tenga que decir, ante su ausencia: ¡Di tú!
Acerca del autor
Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.
Caramba hasta cuando con estas cosas que lo que hacen es irritar al pueblo, pero es que no hay manera de ponerle fin a estas cosas o es que vamos a tener que seguir viviendo con el maltrato al Cubano de a pie, muy cierto lo comentado por Angel donde está el derecho de la mayoria, una malta vale 65 centavos en CUC en las tiendas recuperadora de divisas o su equivalente en MN, pero ya no las hay al igual ocurre con las cervezas y otros productos, que medio utilizar para que nos oigan y tomen las medidas contra este maltrato, puedes poner en la prensa cientos de comentarios que nadie es capaz de responderlos, quien nos cuida, deseamos saberlo.
Lo que está pasandfo con esos productos y muchos otros se llama especulación. Entonces podemos decir que este tipo de trabajadores por cuenta propia, son en realidad trabajadores por cuenta del estado, porque viven revendiendo lo que el estado con esfuerzo pone al servicio de la mayoría. ? Y donde está entonces el derecho de la mayoría, del que trabaja para el estado, con una salario bajo, con menos tiempo para enfrentarse a la realidad de la calle y sin poder tomarse uan malta o una cerveza nacional? Este es uno de los problemas que hay que reflejar en la prensa, que debe formar parte de las mesas redondas, del programa Cuba Dice. Pero adolecemos de ello, no hay respuesta ni una enérgica respuesta estatal.
Mary,ese es un mal de fondo generado por la oferta/demanda y el descaro de los cuenta propistas que lo hacen.
El Estado produce,digamos,la malta,y con la plata que a fuer de explotar al pueblo,ganan los establecimientos privados, pagan al propio Estado sus impuestos.Esto se nombra DESORDEN Y DESCONTROL DEL PROPIO ESTADO,para mi,no hay otra.