Estos testimonios de grandes deportistas cubanos fueron contados en varias entrevistas hechas en los últimos años. En cada uno de ellos está la huella del Comandante en Jefe, a quien el deporte nunca le fue ajeno, pues vivió, disfrutó y triunfó con más de una medalla, un éxito.
Mano sagrada…
No pude estar en el campeonato mundial de 1974, aquí en La Habana, porque me lesioné el hueso del quinto metacarpiano en la mano izquierda durante el campeonato nacional frente a Jorge Luis Romero. Cuando terminó el combate hubo que picar el guante y salí de urgencia para el ortopédico. Luego me contaron que Fidel le dijo al doctor Rodrigo Álvarez Cambras: “esa mano es sagrada y hay que cuidarla, hay que garantizarla”. El propio Comandante propuso que fuera el integrante número 12 del equipo en el mundial, aunque la función era apoyar a la gente desde las gradas. (Orlando Martínez, campeón olímpico en Múnich 1972, boxeo)
Y llegó muy lejos la jabalina
Con el Comandante tengo una anécdota especial. En 1978 gané el trofeo de novata del año y al premiarme me dijo: “todos llegan lejos en los juveniles, pero cuando pasan a mayores…” Sin triunfalismo, pero desafiante le contesté: “yo voy a llegar más lejos”. Y lo cuento porque me da la satisfacción de haber cumplido conmigo. En los últimos tiempos, cuando nos vimos, conversamos mucho sobre el chocolate de Baracoa, una ciudad que le encantaba visitar. (María Caridad Colón, primera mujer campeona olímpica de Cuba y Latinoamérica en Moscú 1980, atletismo)
El guapo Héctor
El título olímpico es lo máximo que puede aspirar un deportista y se definió en los segundos finales. La presión resultó mayor porque era el abanderado de la delegación a esos Juegos Olímpicos y no podía fallarle a Fidel ni al pueblo. Además, se convirtió en el primer oro de Cuba en esa confrontación. Al regresar, recuerdo todavía las palabras de Fidel en el recibimiento: “¿cómo te sientes, Héctor? Tremenda pelea por el oro, pero tú guapeaste más”. (Héctor Milián, campeón olímpico en Barcelona 1992, lucha grecorromana)
Un regalo para él
Las estadounidenses influyeron tanto en la mesa de calificación que me pusieron de última competidora, por lo que sólo tenía cinco minutos para cambiarme entre un evento y otro. Quince días antes de Winnipeg 1999 monté la coreografía para el conjunto, algo que no hacía desde 1991. Sin embargo, fue grande la actuación por lo que logramos todas las muchachas, por la severidad del arbitraje y porque el Comandante en Jefe nos recibió al regreso y su frase no se me olvida: “esa pelotica me la tienes que regalar.” Se refería a la pelota con que competí allá y se me cayó porque me atrasé en las vueltas y dejé los brazos abiertos. (Yordania Corrales, multicampeona en Juegos Panamericanos, gimnasia rítmica)
En el banco de Industriales
Muchos dirigentes de la Revolución iban al estadio en las primeras series nacionales, incluido el Comandante en Jefe. En un partido de Industriales contra Orientales, Fidel llegó como en el tercer inning y saludó a todos en el banco. Se sentó allí hasta el último out, pero seguimos concentrados en el juego y después de la victoria, de haber visto la forma en que jugábamos, cómo nos dábamos aliento uno a otros, nos dijo: “ya sé por qué ustedes no pueden perder, porque siempre están luchando.” (Lázaro Martínez, campeón en los Juegos Panamericanos Cali 1971, pelotero de Industriales)
Al chino lo cogemos en Beijing
El título olímpico en Sídney fue muy grande, pero el bronce en Atenas 2004 siempre ha sido la medalla que con más amor guardo por todo el esfuerzo que hice para llegar en forma deportiva. Al regresar de esos juegos, en el aeropuerto, cuando bajaba del avión, Fidel me abrazó y soltó una frase desafiante. “Excelente ese bronce y no te preocupes, al chino lo cogemos en Beijing”. Se refería al joven Liu Xiang, quien se coronó con 21 años. No pude ir yo, pero Dayron Robles cumplió esas palabras cuatro años más tarde. (Anier García, campeón olímpico en Sídney 2000, atletismo)
A pedrada limpia
Sí, tengo muchas anécdotas. En el mundial de Nicaragua 1972, donde ganamos el campeonato, enseguida apareció una llamada del Comandante cuando festejábamos el triunfo. Tomo el teléfono y me preguntó: “Vinent, cómo fue eso, cómo dominaste a tantos bateadores”. Y le respondí: a pedrada limpia. Y escuché su risa.
La otra fue cuando él estuvo de manager de equipo que jugó frente al del Comandante Hugo Chávez en el Latinoamericano. Me llamó con mucho respecto antes del inicio: “Vinent, vamos a abrir por tradición con Alfredo Street, ¿que tú crees? Le dije: usted es el manager. Y me ripostó: “pero tú eres mi asesor principal”. (Braudilio Vinent, multicampeón mundial, béisbol)
La pelea la ganaste tú
La pelea por la corona de la Copa del Mundo en 1981 con el canadiense Shawn O’Sullivan es considerada, por muchos periodistas y amantes del boxeo, como una de las más grandes, emotivas, cerradas e históricas después de 1959. Los jueces votaron a su favor en un claro despojo y la gente no podía admitir aquella derrota. Fidel en el recibimiento me dijo: “Armandito, para mi, como para todo el pueblo, la pelea la ganaste tú”. Y desde entonces me he sentido campeón de esa Copa. (Armando Martínez, campeón olímpico en Moscú 1980, boxeo)
Acerca del autor
Máster en Ciencias de la Comunicación. Director del Periódico Trabajadores desde el 1 de julio del 2024. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.