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Gobernar contra viento y marea

El pasado jueves el mandatario estadounidense Joe Biden anunció que la recompensa que ofrece el ministerio de Justicia de su país por información que conduzca a la captura del presidente venezolano Nicolás Maduro Moros, aumentó de 15 a 25 millones de dólares. A la usanza de las viejas películas del oeste, habló de entregar una cifra similar por Diosdado Cabello, actual ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz de la nación suramericana; mientras que, por el titular de Defensa, General en jefe Vladimir Padrino López, daría 15 millones.

Foto: Tomada de El Confidencial

A la par, Biden notificó que nuevos funcionarios venezolanos fueron inscritos en la lista de los sancionados por EE.UU.

Esta reacción del imperio ante la toma de posesión del presidente constitucionalmente electo por el pueblo venezolano fue compartida por los gobiernos de Canadá, Gran Bretaña y la Unión Europea, que también informaron de listas y castigos. Los ministros de Exteriores del G-7, por su parte, alegaron “falta de legitimidad democrática”; mientras en Colombia, con quien Venezuela comparte más de 2 mil 200 kilómetros de frontera, los exmandatarios Álvaro Uribe e Iván Duque llamaron a una “intervención militar humanitaria urgente”.

A la sombra, revolotea Edmundo González Urrutia, el candidato perdedor, quien había anunciado en las redes que el 10 de enero estaría en Venezuela para asumir el cargo. Mas tarde corrigió: “Estoy muy cerca (…) listo para el ingreso seguro en el momento propicio”. Algunos aún lo esperan.

 

El remake

Si miramos el show desplegado por los grandes medios en estos días parecería un remake de lo sucedido en el 2013, cuando Maduro fue electo presidente por primera vez. Los cambios en el guion son ligeros.

El rostro visible en aquella ocasión fue el de Henrique Capriles, derrotado en las presidenciales del 14 de abril del 2013, pero respaldado por los gobiernos de EE. UU., España, Francia y Paraguay; así como por el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), entre otros organismos que desde entonces no han cesado en su afán intervencionista.

A Maduro le ha tocado enfrentar una feroz guerra mediática y económica que ha impactado a la nación en todos los órdenes, pero no ha doblegado su voluntad antimperialista. No le perdonan que, tal como recordó el pasado 10 de enero durante la ceremonia de investidura, no fue colocado “por el Gobierno de los Estados Unidos, los Gobiernos proimperialistas de la derecha latinoamericana ni la oligarquía de los apellidos”.

 

Ambicioso programa de gobierno

A pesar de la difícil coyuntura mundial y el lastre de las sanciones, Maduro ha decidido impulsar un ambicioso programa de gobierno (Plan de las Siete Transformaciones, 7T), que servirá de hoja de ruta a la gestión gubernamental de cara al 2031.

Infografía: TeleSur

El plan se estructura en siete ejes fundamentales que empieza por lo económico. En ese ámbito propone, además de impulsar la industria petrolera y sus derivados, establecer un fondo de financiamiento estatal para emprendedores y PyMEs, así como una reforma tributaria progresiva.

El segundo eje (Independencia plena: tecnología y soberanía) enuncia la implementación de un gobierno digital, un Sistema Único de Trámites y la creación de una cédula que integrará datos de identidad, tránsito, salud y seguridad social.

Le sigue un enfoque integral al tema de la seguridad nacional y la defensa territorial (incluye el reclamo de la Guayana Esequiba); mientras que el cuarto eje enfatiza en los programas sociales y propone renovar los sistemas de educación y salud.

La quinta transformación busca consolidar el poder popular e impulsa un Gran Acuerdo Nacional por la Paz 2030. La sexta introduce una política ambiental integral con nuevo enfoque para la planificación urbana, la sostenibilidad y la creación de fondos compensatorios para promover prácticas agroecológicas y enfrentar desastres naturales.

La séptima transformación proyecta a Venezuela en el escenario internacional, fortalece sus lazos con el Sur Global y los BRICS, mientras desarrolla sistemas alternativos de pago y comercio para contrarrestar sanciones internacionales.

Las 7T demuestran que, a pesar de que los centros del poder mundial han optado por sostener su pulseada con Venezuela, los bolivarianos y chavistas siguen dispuestos a gobernar contra viento y marea

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