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Nicolás Maduro: Un nuevo ciclo en defensa del ideario de Bolívar

Los enemigos de las revoluciones, de los torrentes populares, han apostado con todo a disminuirlo a él; y en esa obsesión han perdido la oportunidad de una percepción realista, han terminado subestimandola capacidad de un dignatario como Nicolás Maduro Moros, quien lleva ya más de una década al frente de la República Bolivariana de Venezuela, y que este 10 de enero juramentará como Presidente reelecto para el ciclo 2025-2031.

 

Foto: José Manuel Correa

 

Heredero fiel del legado del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, Maduro ha demostrado en estos largos años una inteligencia que ha resistido todo tipo de guerras, y ha ostentado admirable capacidad para liderar proyectos desde los cuales sea posible renovar las dinámicas de una nación.

En reciente entrevista concedida al periodista Ignacio Ramonet destacó, por ejemplo, el valor de las dimensiones comunales y vecinales para mover al país, en una elección que bebe de ese “candelorio” de los pueblos -como una vez Chávez llamó al alma telúrica y sabia de las abrumadoras mayorías.

 

Foto: José Manuel Correa

Nicolás Maduro ha hablado de consolidar un estado comunal, “un nuevo estado moderno dentro de la idea del socialismo bolivariano del siglo XXI”. Ha comentado a Ramonet que desde el gobierno han estado tratando de construir un nuevo concepto a partir de la Constitución de 1999, y que los resultados son extraordinarios. Ha contado que en el 2024 se realizaron tres consultas para el financiamiento directo de proyectos a comunidades, y que eso implicó la aprobación de miles de proyectos vecinales, todos atrasados “por el viejo burocratismo que el viejo Estado no atiende”.

Maduro es un convencido de que la democracia vecinal con la supervisión del pueblo es infinitamente superior y mucho más eficiente que el viejo y vetusto Estado burgués. El dignatario ha expresado que para consolidar un nuevo modelo estatal que entierre definitivamente al viejo Estado heredado de gobiernos anteriores, en Venezuela se avanza hacia una reforma de la Carta Magna, cuyo resultado sea una nueva forma de hacer la política, con un método dialogante, incluyente.

También ha dicho que no se puede cambiar ni una sola coma en la Constitución si ese cambio no se consulta en referéndum popular. Y por convicciones como esa, por su coherencia, por la valentía y hasta por la originalidad en los modos de comunicar, es que él figura entre los blancos principales del imperio moderno.

No ha habido tarea pequeña para este hombre satanizado por las fuerzas de la derecha, que asumió la presidencia de su país tras el fallecimiento, el 5 de marzo de 2013, del Comandante Hugo Chávez: El 14 de abril de ese mismo año hubo elecciones presidenciales, y él resultó ganador con más del 50,66 por ciento de los votos, para el periodo 2013-2019. Así se convirtió en el primer Presidente chavista y obrero de la historia contemporánea de Venezuela.

 

Foto: José Manuel Correa

Desde entonces, y hasta el presente, el Jefe de Estado ha hecho frente a sectores extremistas y terroristas de la oposición venezolana, quienes-atizados por la conspiración imperial- no desisten en provocar el caos, como camino a un buen pretexto para la intromisión extranjera.

Por cuenta de esa guerra explícita o encubierta, el pueblo venezolano ha sufrido los más duros golpes de violencia. Tiene ese pueblo enormes cicatrices en su corazón, como las del año 2017, cuando por obra y desgracia del terrorismo llegaron a ser quemados hijos de esa nación por solo profesar ideas progresistas, y a veces por tan solo llevar alguna prenda de color rojo.

En medio de esa guerra que se le ha hecho a la Revolución Bolivariana por todos los métodos y rutas inimaginables, Maduro no ha desistido en sus llamados a la paz, al diálogo, y a la negociación con las fuerzas adversas.

Entre los indiscutibles hitos por la paz, habrá que incluir, sin dudas, su convocatoria a la segunda Asamblea Nacional Constituyente (ANC) de la era socialista, respaldada por la gran mayoría de la población el 30 de julio del 2017, hecho que puso fin, como por arte de magia, a la violencia opositora -y en esencia no hubo milagros, porque fue la fuerza del pueblo, su expresión en las urnas, la que dijo la última palabra.

En ese episodio inolvidable, muchos hijos de Venezuela salieron a las calles a votar por la Constituyente: eran un verdadero torrente hecho de jóvenes, de civiles, de militares, de madres con sus hijos a cuestas, de ancianos, de mujeres y hombres amantes de la tranquilidad ciudadana.

El 20 de mayo del 2018 Maduro fue reelecto como Presidente en elecciones adelantadas que fueron solicitadas por las fuerzas de derecha, y que fueron acordadas en mesa de negociaciones. Su victoria alcanzó el 67.7 por ciento de los votos escrutados. Como ha sucedido con cada triunfo, los sectores recalcitrantes de la oposición se han negado a reconocer los resultados, y en estos comicios del 2024 las conspiraciones y guerras para negar la legitimidad del gobierno elegido han sido más encarnizadas que nunca.

Pareciera, sin embargo, que las presiones -las internas y las globales- no apagan el “candelorio” sino que lo atizan: el legado chavista sigue adelante a pesar de las conspiraciones internas, y de los centenares de sanciones impuestas por sucesivos gobiernos de los Estados Unidos, en el afán a apagar un proyecto nacido hace 25 años.

Aunque desde los poderosos centros mediáticos se fabrica día a día el linchamiento de un modo de hacer país, Nicolás Maduro ha compartido con Ignacio Ramonet su satisfacción por el hecho de que los pueblos del mundo ven en el país caribeño una plataforma global desde la cual denunciar cualquier crimen perpetrado por los ejes hegemónicos del poder.

Venezuela -como recordó el dignatario en la entrevista- ha sido escenario de encuentros de solidaridad y congresos antifascistas desarrollados en Caracas entre septiembre y noviembre pasados, en los cuales confluyeron miles de activistas de casi todos los países del planeta.

Modelos más igualitarios de desarrollo, humanismo, alternativas ante la amenaza de un mundo unipolar, desafío a los dueños de las redes sociales de los grandes portales del orbe. Son caminos que mueven el trabajo de un estadista como Nicolás Maduro, y que inspiran a otras muchas naciones -lo cual explica que entre el 7 y 12 de enero se vayan a desarrollar en la patria de Simón Bolívar dos congresos antifascistas, los cuales conforman el contexto de la toma de posesión presidencial.

En su conversación con el reportero, Maduro ha reconocido que en un bregar de 25 años los dirigentes chavistas le han cogido muy bien el golpe a desmontar conspiraciones internas, fascistas caballos de Troya, presiones externas, conspiraciones, mercenarios, y terroristas.

Se trata de una Revolución que ha sabido irse inmunizando sobre la marcha, que tiene como inspiración a aquella “primera primavera de los movimientos progresistas”, como la ha nombrado Maduro-esa que fuera puesta en marcha por Fidel y por Chávez, y que tiene por delante, como clave de muchas fortalezas, el arma infalible de diversas consultas populares-.

Trayectoria de la coherencia

. Nicolás Maduro nació el 23 de noviembre de 1962 en Caracas. Su vocación esencial ha sido la de las causas sociales.

. Los años ochenta del siglo XX marcaron el comienzo de su activismo político, desde la Liga Socialista. Su trabajo como conductor del Metro de Caracas (1991-1998) significó el inicio de una lucha profunda por los derechos laborales. En esa etapa fundó el Sindicato del Metro de Caracas.

. Se produce un cambio trascendental en la vida de Maduro, cuando en 1993 tiene lugar su encuentro con el Comandante Hugo Chávez. Su descubrimiento de la inmensidad de un humanista lo lleva a unirse al Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR-200); y después, al Movimiento Quinta República (MVR).

. Los sucesos en la carrera política se precipitan: En 1999 Maduro es diputado y toma parte en la Asamblea Nacional Constituyente que redacta la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada por voluntad popular. Entre 2000 y 2006, ocupa varias responsabilidades en la Asamblea Nacional, incluida la presidencia del Parlamento.

. En 2006 Chávez nombra a Maduro Ministro de Relaciones Exteriores, quien en 2012 ocupa el cargo de Vicepresidente de la República.

. Antes de someterse a su última cirugía, el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías distingue a Maduro como su sucesor. Este último gana las elecciones presidenciales del 2013, como también lo hace con los comicios del 2018, y más recientemente con los del 2024.

Foto: José Manuel Correa

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