Son tantas las pasiones y las ganas de vibrar con un resultado internacional del béisbol cubano, tal y como lo vivimos por décadas, que a veces olvidamos lo más importante, lo más trascendente en cualquier deporte: trabajar en casa con más inteligencia, precisión y transparencia, en medio de un contexto social y económico bien complejo y que no apunta mejor para el 2025.
Lo hecho en el año que concluye por la Federación Cubana de Béisbol y Sóftbol (FCBS) no satisfizo al más exigente, con las excepciones del título mundial retenido por nuestro equipo de Baseball5 (la modalidad más sólida dentro de la FCBS) y el cetro alcanzado en la Copa Mundial para Ciegos, un apartado inclusivo y que ratifica cuánto es capaz de hacer nuestro sistema deportivo por el ser humano.
Sin embargo, hay más telas para cortar y no son precisamente “ideas venenosas”, como dijera un funcionario a este periodista, lo que animan estas líneas. El trabajo en la base, ahí donde se decide el futuro a corto plazo de nuestra pelota, es deficiente. Y no solo por recursos materiales que hoy los padres deben comprar, sino por la atención metodológica y humana a esos profesores.
Solo un ejemplo. Todavía un hombre como Nicolás, entrenador por más de 40 años en El Pontón, en Centro Habana, espera por ese agradecimiento sincero a los aportes hechos al béisbol cubano. Y cuántos Nicolás hay en el país. ¿Es tan difícil llegar a ellos, invitarlos a un juego de la Serie Nacional y a grada llena reconocerlos como los héroes cotidianos y más sacrificados?
La celebración de campeonatos en todas las categorías no se pudo cumplir en el 2024 y a nadie le es ajeno el tema financiero que lo impidió. Pero la invitación en estos tiempos es a crear, innovar y pensar cómo podemos reemplazar esas carencias, pues el béisbol no es deporte de laboratorio, sino de jugar, jugar y jugar.
Hemos vuelto a reajustar el calendario entre los mayores, con la Serie Nacional hacia septiembre y la Liga Élite en marzo. Parece más orgánico ahora y recuerda la época de la Nacional-Selectiva. El guion pasa siempre la prueba, la puesta en escena es la que deja luego mucho que desear, pues aún no involucramos con el rigor que amerita a todos los factores de la sociedad (ministerios, empresas, mipymes, entre otros) en el mayor espectáculo sociocultural de la nación.
Eso sin olvidar que los parámetros de calidad distan bastante de lo deseado por razones que van desde menos tiempo dedicado al entrenamiento (se prioriza bateo y pitcheo y no la defensa), hasta el poco uso de la sabermetría y de los adelantos tecnológicos; sin olvidar la emigración de no pocos talentos, cada vez más jóvenes.
Quedan también problemas internos, algunos ya en camino de solución, como atrasos en el pago a los jugadores, la renovación acelerada de los árbitros, el mantenimiento al césped de los estadios y otra vez ese eslabón espiritual de reconocimiento cuando se alcanzan cifras redondas o se impone una nueva marca.
Sin salirnos de esto último, para el 2025 debiera ser una prioridad retomar el proyecto del Salón de la Fama del Béisbol Cubano, detenido desde aquel 2014 y que luego, por más intentos y voces alzadas, tampoco se ha logrado consenso. Reglamentos y personas capacitadas para llevarlo adelante existen, solo ha faltado voluntad política para concretar un asunto que apunta directo al corazón y al alma de lo que hace tres años es Patrimonio Cultural de la Nación.
He dejado para el final y no por eso menos importante, la selección nacional. Aún esperamos la información pública sobre los análisis hechos tras los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile 2023 y más recientemente sobre el Premier 12. No se trata de un capricho, el pueblo tiene el derecho, por lo que representa el béisbol, de conocer y aprender con esos análisis, por duros que sean. Y en ellos no hay peligro para la seguridad nacional ni apunta a linchar nombres específicos, aunque algunos lo minimicen en eso.
Quedan temas para más comentarios: relación con la emigración, contratación en el exterior y calificación de nuestros técnicos, entre otros. El 2025 anuncia más retos. Hay compromisos internacionales nuevos y será un año de antesala al VI Clásico Mundial. Ojalá estas ideas sean vistas como lo que pretendemos: aporte al trabajo, mover el pensamiento, vivir la pelota. Vivir y vivirla entre todos.