Omara
La cultura cubana tiene en Omara Portuondo uno de sus pilares más sólidos y universales. Conocida como la Diva del Buena Vista Social Club y la Novia del Feeling, ha marcado a generaciones con su inigualable voz y su capacidad interpretativa. Ha sido, de hecho, una de las más significativas embajadoras del patrimonio sonoro de la nación.
Su carrera, que abarca más de siete décadas, es testimonio vivo de la evolución de la música popular y de la capacidad de reinvención de sus intérpretes más destacados.
Nacida en La Habana en 1930, comenzó su trayectoria como bailarina del prestigioso cabaré Tropicana. Sin embargo, su destino estaba marcado: sería cantante. Su ingreso en el Cuarteto D’Aida en 1952 fue el primer paso. Pronto fue una voz reconocida y respetada.
En esta emblemática agrupación, relacionada con otras inolvidables figuras, Omara consolidó su estilo, fusionando géneros y destacándose por su exquisita interpretación del feeling, un movimiento que revolucionó la canción cubana con una carga emocional y poética. Ella sabía hacer confluir lirismo con picardía.
Como solista, demostró ser una intérprete versátil y profundamente emotiva. Su repertorio abarca boleros, sones, guarachas y habaneras, géneros que aborda con una sensibilidad que trasciende barreras idiomáticas y culturales. Clásicos como Veinte años y Silencio, por ejemplo, se convierten en experiencias únicas por el carisma de la cantante, y su compromiso con una tradición.
La conexión de Omara con el público ha sido siempre inmediata y genuina. Esa, sumada a sus innegables credenciales artísticas, es la razón por la que se ha mantenido vigente y muy activa en un universo musical en constante cambio. Nunca ha sido una artista de modas.
Uno de los momentos cumbre de su carrera llegó con el fenómeno del Buena Vista Social Club en los años noventa, cuando junto a otros grandes de la música cubana, conquistó los más importantes escenarios internacionales con una propuesta que reivindicaba las raíces del acervo de su país. La participación en el documental dirigido por Wim Wenders y los conciertos que siguieron la proyectaron como una figura de magnitud global. Y las largas ovaciones la siguieron premiando años después del natural declive de ese popular proyecto.
Y es que el legado de Omara no solo radica en su inigualable capacidad interpretativa, sino también en su papel como puente entre generaciones de músicos. Ha colaborado con artistas de diversas edades y estilos, desde Pablo Milanés y Silvio Rodríguez hasta jóvenes exponentes que la ven como un ejemplo de dedicación y maestría. Omara es una fuente de inspiración para quienes buscan preservar y al mismo tiempo renovar la más contundente creación musical cubana. Siempre ha aportado autenticidad y elegancia.
Durante su extensa carrera, ha recibido múltiples reconocimientos. Su patria la ha honrado, con toda justicia, con el Premio Nacional de Música y con sus más altas condecoraciones para los artistas. Es también Heroína del Trabajo de la República de Cuba.
Omara no tiene que reclamar un lugar de privilegio en la memoria cultural. Ella es su historia. Sin embargo, como ha dicho más de una vez, el premio mayor ha sido siempre el amor del público, que la ha acompañado en cada etapa de su vida artística: generaciones completas se han identificado con su duende, la han escogido para recrear sueños y aspiraciones.
Esa admiración inmarcesible es muestra de cómo su arte trasciende tendencias, para devenir símbolo de la identidad de la nación.
Miriam
Miriam Ramos habita un espacio muy significativo de la música cubana: entramado de sugerencias, coloraciones y delicada factura, que revisten un tesoro cultural inagotable.
Con una trayectoria que abarca más de cinco decenios, ha dejado una huella profunda por su dedicación al rescate y revalorización de las más sólidas raíces musicales.
Su voz, elegante y pletórica de matices, ha sido conexión entre generaciones de compositores y estilos interpretativos. Sin embargo, ha sabido distinguirse en un panorama particularmente rico y demandante, sin alharacas ni golpes de efecto. El suyo ha sido un itinerario bien pensado. Maridaje perfecto de razón y emoción.
Nacida en La Habana en 1947, inició su carrera en un momento de marcada efervescencia cultural en Cuba. Desde sus primeras presentaciones dejó claro su compromiso con la canción como una expresión esencial del sentimiento humano y de la identidad nacional. Su incorporación al movimiento de la nueva canción la conectó con una tradición de músicos que personalizaban sus interpretaciones, en una búsqueda muchas veces íntima y evocadora. No se trataba de repetir fórmulas acríticamente. Era cuestión de encontrarse.
Ella ha tenido la capacidad de equilibrar el respeto por el patrimonio con una visión absolutamente contemporánea de la música. Su repertorio incluye desde los clásicos de Ernesto Lecuona o Sindo Garay, hasta los muchas veces complejos temas de Marta Valdés o José María Vitier.
Cada proyecto es un desafío. Miriam estudia, investiga a fondo, pule detalles… Por eso logra dotar a las canciones de una sensibilidad que las universaliza, más allá del contexto cubano. Sin borrar la huella de los compositores, recrea y muestra novedosas aristas.
Su compromiso con la música va más allá de la interpretación. Ha sido una ferviente defensora de la riqueza cultural, ha contribuido al rescate de vertientes que en ocasiones parecían relegadas. Su trabajo en empeños discográficos y en espectáculos temáticos ha servido para revalorizar joyas del patrimonio musical, que las conecta con las nuevas generaciones.
Miriam posee una calidad vocal excepcional. Su timbre cálido y su control técnico le permiten abordar con maestría un espectro amplísimo. Siempre se ha ubicado, con tranquila tenacidad, más allá de modas y los cambios frívolos en el panorama musical.
Miriam Ramos también ha demostrado un espíritu colaborativo que enriquece su obra. Ha trabajado con destacados músicos y compositores cubanos, para establecer diálogos artísticos que han potenciado su capacidad expresiva.
En reconocimiento a sus aportes ha recibido numerosos premios y distinciones, como, recientemente, el Premio Nacional de Música. Enorme es la influencia que ha ejercido en más de una generación de creadores. Hace tiempo que es un referente.
Además, ha consagrado muchas de sus energías a la promoción y socialización del mejor legado universal de la música. Ahí está su labor por décadas como presentadora de uno de los mejores programas de CMBF Radio Musical Nacional: La hora del jazz.
Mujer de extraordinaria cultura, ajena a veleidades y caprichos comerciales, su dedicación y amor por el arte la han convertido en un símbolo de excelencia y autenticidad.
Miriam Ramos es una de las notables intérpretes del momento. Sin necesidad de algarabías promocionales (aunque a la industria le convendría volver una y otra vez a sus valores). Como otros grandes, no tiene simples admiradores: cuenta con verdaderos adeptos. Su obra refuerza la idea de que la música es una expresión viva y en constante evolución.