Era finales de agosto iba con la mochila colgando a sus espaldas, cargaba tableros para reparar las mesas de las aulas de la escuela secundaria básica urbana (ESBU) José Martí en el municipio de San Luis, podía pensarse que era un estudiante espigado para su edad, porque todavía hay rasgos infantiles en el rostro de este joven, pero alguien aclaró “es el profe de Historia de Cuba de noveno grado”.
Reynelson Mendoza Miranda, tiene apenas 22 años y alegría en su mirada, el pasado curso cambió la modalidad de estudios de curso diurno a por encuentro, en la sede universitaria Rafael Mendive, centro en el que se forma como futuro pedagogo en la especialidad de Filosofía e Historia.
Reconoce que fue la situación económica del país lo que le llevó a combinar estudio y trabajo, vive con sus padres y una hermana menor, “somos cuatro personas y no es que estamos muy mal, pero pasamos por lo que cualquier otro cubano hoy día y esto es una forma de ayudar.”
Él encontró el modo de sin renunciar a la carrera que escogió, por vocación, dejar de sentirse como una “carga” dentro de su núcleo familiar, pero asegura que es un dilema con el que lidian muchos universitarios y tienen que buscar manera de avanzar en sus cortas vidas, esa vía le funcionó, aunque es consciente de las muchas otras por las que optan sus coetáneos.
Los premios
Después de varios meses como docente cataloga la experiencia de muy buena, le permitió crecer con la práctica y se regocija con que los 13 estudiantes que preparó con miras a los exámenes de ingreso al Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Federico Engels, obtuvieron calificaciones superiores a los 95 puntos en su asignatura.
“Para mí es como un premio y me siento realizado personal y profesionalmente, claro que el mérito no es sólo mío, porque los profesores ponemos una parte, pero los estudiantes tienen que hacer lo suyo y el resultado es de los dos.”
La responsabilidad y potencialidades que vislumbraron en él, llevaron a los directivos del sector a ofrecerle un cambio y sólo un mes después de iniciado el curso pasó al preuniversitario del territorio a impartir la misma materia a alumnos de 11 grado.
Reconoce que ha sido un año atípico, dado por las interrupciones del sistema electro energético nacional (SEN) y los prolongados y frecuentes apagones, no obstante, asegura que le gusta ir al aula y escuchar sus estudiantes, sin opacar las opiniones que tengan, conocer sus problemas y buscar soluciones.
Cree que al dejarlos expresarse sigue dando vida a lo que llevó José de la Luz y Caballero a decir que Félix Varela «nos enseñó a pensar», opina que eso se necesita hoy y confiesa que diariamente se pregunta qué más puedo hacer.
Con insatisfacciones y abnegación
Entre las insatisfacciones de este joven se encuentra el salario, insuficiente para el alto costo de la vida, también considera que se podría atender mejor a los trabajadores del sector y le golpea, además, la situación con el transporte.
Reside en la comunidad El cafetal, a siete kilómetros del poblado de San Luis, diariamente recorre la ruta en bicicleta, “casi siempre soy el primero en llegar y de los últimos en irme.” práctica que inició en el antiguo centro y sigue teniendo en el actual y como si debiese disculpas por esa muestra de abnegación, añade, «me fascina mi profesión.»
Las referencias sobre él en el colectivo son excelentes y también un poco más allá, el máster en ciencias Elieser Simón Rodríguez Rodríguez, director municipal de Educación, quiere más como ese excelente joven que se incorporó tempranamente a las aulas y contribuye a lograr la cobertura docente del territorio.
En tanto Reynelson, con la pasión propia de su edad y una sonrisa que no logra desdibujársele entre las comisuras anuncia que podrán contar con él y basta una sola razón: “me gusta mucho lo que hago.”