Cuba es un río de hombres sacrificados, trabajadores, sencillos, honestos, que hacen de las hazañas algo cotidiano y jamás olvidan de dónde surgieron, los valores sembrados en familia y al país que contribuyen a honrar con sus ejemplos. Ahí no estamos todos, solo los héroes. Ahí llegaron hace rato Omara Durán y Mijaín López, primeros deportistas que llevan sobre sus pechos desde este 17 de diciembre una estrella más. Y no cualquier estrella.
Al gigante de Herradura, luchador historia por sus cinco doradas olímpicas consecutivas en un deporte individual, al hijo de Bartolo y Leonor, pinareño más ilustre del siglo XXI, el título de Héroe de la República de Cuba le llega porque así lo propusieron millones de cubanos desde que puso sus zapatillas en la lona durante el último combate de París.
Mijaín es símbolo porque encarna lo mejores valores que quisiéramos para una sociedad, Mijaín es un cubano admirable porque ama y honra a su país desde lo que mejor sabe hacer. Mijaín encarna la rebeldía y la perfección no solo por alcanzar lo que nadie antes había logrado en Juegos Olímpicos, sino por haberlo hecho con carencias materiales, sin sumas millonarias por patrocinios, pero una gran convicción: si subo al colchón nadie me gana.
Ojalá esta alta condecoración llegue acompañada con un trabajo en que pueda ser útil para la lucha grecorromana y el movimiento deportivo cubano. Decir su nombre es un pasaporte abierto en todo el planeta y desaprovechar eso sería imperdonable.
En el caso de Omara, el galardón de Heroína del Trabajo responde justo a esa luz que ella nos ha dejado corriendo desde los 15 años. Por más de tres lustros se impuso a lesiones, rivales y a su propia enfermedad. Alcanzó todos los oros mundiales y olímpicos posibles desde el 2012 hasta el 2024. Su sonrisa es contagiosa por humilde y sentida, porque siempre emociona y nos hace abrazarla desde la distancia de un televisor.
Vestida de blanco y acompañada de sus seres más queridos, la atleta con discapacidad más laureada de Cuba recibió esa condecoración más nerviosa que cuando ganó su primera medalla. Volvió quizás a recordar el último podio al que subió en la capital francesa hace solo unos meses. Pero como ha declarado muchas veces: «nada hay más grande que mi pueblo». Y ese mismo pueblo la aplaudió otra vez esta noche del 16 de diciembre del 2024.
Mijaín y Omara, dos héroes de un mismo río. ¡Mis héroes, tus héroes, nuestros héroes! Y todos los contemplamos orgullosos.