Una radiografía de la sociedad cubana, propuestas concretas para revertir problemáticas económicas, sociales y políticas, así como conceptos claves que jamás deben perderse en el trabajo dirigente del Partido Comunista de Cuba fueron tres directrices que guiaron los análisis del IX Pleno del Comité Central del Partido, celebrado los días 12 y 13 de diciembre.
La hora actual de la nación no puede desconocer que necesitamos una fuerza militante cada vez más unida y con un mayor papel como vanguardia política en medio de tantas carencias materiales, un bloqueo económico y financiero del Gobierno de Estados Unidos recrudecido y una situación internacional nada favorable en cuanto a la correlación de los movimientos progresistas o de izquierda.
De ahí que el concepto de liderazgo del Partido sea imprescindible para mover los resortes productivos y aumentar las ofertas de alimentos y bienes de consumo, a la par que el pueblo vea ejemplaridad, convicción y firmeza política en sus dirigentes a todos los niveles, desde la empresa hasta el Comité Central. El Primer Secretario del Partido, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, lo graficó en sus palabras finales: “Solo así la capacidad de movilización y el compromiso del pueblo están garantizados”.
Y ese papel rector y motor impulsor toca irradiarlo a las demás organizaciones políticas y de masas, deterioradas en cuánto a su impacto, por un esquematismo de trabajo bien distante de la manera de hacer ideología de estos tiempos. El combate no va hoy en consignas o estadísticas frías de participantes, sino con argumentos y creatividad en las redes sociales, con soluciones a problemas burocráticos que entorpecen la vida del cubano y con la lucha perenne por la prosperidad económica real.
Para recuperar ese liderazgo político y social hay que desterrar entelequias, discursos vacíos y exhortaciones de espaldas a la dura realidad de salarios devaluados; bancarización necesaria, pero con mil tropiezos en su aplicación; aumento de la violencia y el consumo de drogas; emigración de una fuerza joven y calificada; evasiones fiscales de algunos actores privados de la economía, entre otros fenómenos, sobre los que el Pleno del Partido también reflexionó con ideas precisas para resolverlos.
“El pueblo confiará más en el socialismo en tanto vea que es un sistema capaz, primero que todo, de garantizar las conquistas sociales que tanto han costado, y también que pueda cumplir con sus demandas materiales fundamentales”, expresó Díaz-Canel.
Y en esa misma coordenada ponderó las cuatro prioridades de trabajo en lo adelante: el fortalecimiento de la unidad; el perfeccionamiento de la labor ideológica; el aseguramiento político a las medidas económicas, y el enfrentamiento a las tendencias negativas presentes en la sociedad, tomando en cuenta para ello que el 2025 será el año de preparación del 9no Congreso del Partido.
Y salta entonces, con toda razón, la fuente de optimismo y confianza para poder enfrentar cualquier problema: el heroísmo del pueblo, que no solo ha resistido embates económicos, sino naturales. Que en su mayoría apoya a la Revolución y al Partido, aunque su resistencia lleve daños a bases morales, al ver cómo crece la desigualdad social a la que no aspirábamos y poner un plato de comida en la mesa es un combate milagroso diario para buena parte de la población.
Por eso liderazgo y heroísmo deben tener esa correspondencia de marchar juntos, sin que ninguno avance más rápido que el otro. Hay ejemplos ya de líderes locales que han convertido la tierra y el trabajo en la razón de ser de sus familias y comunidades. En tiempos de supervivencia ese hombre o mujer, esa voz y esas actuaciones definen sociedades. Y hacen inmortal al Partido, como siempre argumentara el Líder Histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz.
En el IX Pleno del Comité Central, el Primer Secretario del Partido convocó a una Marcha del pueblo combatiente para el próximo 20 de diciembre. Las razones están clarísimas: “Al imperialismo ni tantico así”, diría el Che. Acudamos a esta nueva convocatoria con la patria convencidos de que pueblo y Partido somos uno. Y solo así entenderemos que la Cuba del 2025 puede ser mejor, más revolucionaria, y también más feliz.