Sosiego, quietud, serenidad, reposo, placidez, paz, calma… estos y más sinónimos se emparentan para definir la tranquilidad, un término que más que agradecer necesitamos todos. Por eso en Cuba lo vinculamos comúnmente con el de ciudadanía, porque como sociedad hace tiempo que fueron vencidas las causas ominosas que sometían a la mayoría y nacieron, se desarrollaron las condiciones para no retroceder, aunque subsistieran manifestaciones delictivas que siempre se enfrentaron, según el caso, con la palabra o el peso de la ley.
Pero, ¿desde cuándo la tranquilidad empezó a sernos esquiva? Las respuestas variarán a partir de las percepciones y vivencias, si bien habrá concordancias respecto a lo que piensan y piden muchos de cómo recuperarla: chapeando bien bajito en el terreno que fertiliza la delincuencia, la pérdida de valores, las conductas antisociales, las indisciplinas.
Sin embargo, eso no bastaría, pues una coexistencia segura y pacífica va más allá de reducir al mínimo los índices de robos con fuerza, asaltos o asesinatos. Tiene que ver con la confianza de ser escuchados y la presta actuación de las autoridades pertinentes, y con reducir los niveles de estrés que nos afectan en diversos gradientes cuando accedemos a los servicios públicos o tratamos. También se relaciona con las disparidades en la aplicación y cumplimiento de las normas y disposiciones jurídicas; con los precios leoninos y la impunidad en una red comercial permeada de ilegalidades y… con la corrupción.
Y dejo esta para último, si bien pudiera ubicarla en primer plano, ya que su aparición y progreso es un cáncer factible de apreciar en la actividad más sencilla, como el trámite de papeles que alguien demora en espera de una remuneración, hasta en el que se hace de la vista gorda en presencia de un delito o su expresión más general representada en el abuso de autoridad de un funcionario.
Coincidiríamos si razonamos que ante tantas variantes resulta imposible una pelea en solitario. Ni siquiera la loca lucidez de Don Quijote, apoyada por su devoto escudero, podría emprender tal encomienda. La cruzada por la tranquilidad ciudadana se libra en múltiples escenarios y heterogéneos también tienen que ser los métodos y quienes pugnen por rescatarla.