Miserables. Ese es el epíteto más ecuánime que se me ocurre teclear. Son tan desordenadas y dolientes las palabras que guardo en el Word, que decido entre furia y decepción no volver a visitarlas hasta que la calma se apodere de mí. ¿Lo hará?
Miserables, sí y vuelvo a la carga, pues no puedo contenerme, porque cuando les nace actuar así es porque carecen de los más elementales valores, esos que encumbran al ser humano y se esculpen desde la infancia. Los que por difícil que sean de creer, necesitan prosperar en tiempos duramente humanos.
Necesito sacarme esto de adentro. Continúa gestándose en esta Cuba y no sé qué nombre ponerle. Debe haber cientos de ejemplos y oprimen las entrañas.
Disculpe. Preciso aterrizar y anudar este estado cruel si aspiro a ser leído. Esos avaros, mejor, los miserables, que prefieren se les pudran los productos agrícolas, antes que rebajarles el precio merecen más que letras filosas y adjetivos de plomo…
Trazo párrafos que luego borro. Busco otras ideas, mejorarlas, incluso pulirlas en medio de tanto malestar. No las encuentro. Claudica mi mente. Quisiera aprobar eso que esgrimen algunos a viva voz de que hechos así son casos aislados.
Sin embargo, el hiriente proceso se repite y aumenta. En mercados y tarimas ambulantes se amplía la frecuencia y mantiene la triste compulsión de esos ¿mercaderes?
Cada vez que pienso que ya está, que he escrito todo lo que quería decir, que no me brotan más palabras dentro, exploto otra vez.
Sí, ya la sé, no lo niego, pues lo siento, digo, lo sufro. Vivimos en una sociedad hasta cierto punto descreída. Y hechos como esos son capaces de disparar al más profundo espíritu de la dignidad, dado el montón de carencias que nos encadenan.
¿En qué parcela quedan ancianos, desvalidos, jubilados, niños, personas de bajos recursos y otros cuyas economías se desangran?
A veces determinados temas y sus verdades no son bien tolerados por algunos, pues chocan con ciertos intereses y formas de pensar alejadas de la realidad.
Por favor, este asunto está por encima de ideologías y coyunturas. Flagela nuestra humanidad y ahoga a un importante segmento de cubanos.