Los trabajadores son a la Revolución lo que la raíz a los árboles. Solo con ellos es posible crecer económicamente, lograr consensos y movilizar ideas que permitan cumplir ese principio cardinal de “luchar por la mayor justicia social”, a partir de sentir que el trabajo honrado es la principal fuente de riqueza personal, familiar y de una sociedad socialista.
Este fin de semana comenzó en Matanzas la última etapa hacia el 22 Congreso con el inicio de las Conferencias Provinciales. Tocó a los yumurinos ese privilegio y el debate fue sin adornos ni medias tintas. No son tiempos de luces montadas para escena, sino de proyectar cómo vamos a ser más laboriosos, eficientes, creativos y ahorradores para producir mayor cantidad de alimentos y demás bienes que demanda Cuba.
Hacia el cónclave de abril del 2025 también hay que fijar posiciones en cuanto al liderazgo sindical ante administraciones inamovibles por burocracia. No se puede seguir hablando de encadenamiento productivo si una de las partes gana más que la otra aportando menos. La afiliación del sector privado debe aumentar no por metas a cumplir, sino por la necesidad real de defender y representar los intereses de esos nuevos actores.
En Matanzas y así debiera ocurrir en todos los territorios, la empresa estatal tiene que jugar el papel rector que le toca dentro de este complicado entramado laboral. Las leyes aprobadas y toda la flexibilización dada a sus directivos para repartir las ganancias generadas con métodos revolucionarios tienen que tener expresiones concretas en números, pero sobre todo en la realidad del bolsillo y en los platos de comida de cada familia.
Si histórico fue el XIII Congreso con Lázaro Peña al frente y Fidel asegurando que nadie puede ser más útil y trascendente para la Revolución que los trabajadores, la venidera cita debe asumir su lema con la fuerza moral y patriótica de estos tiempos: “Por Cuba, juntos creamos”. Y crear. Y juntarnos.