Roberto, una enciclopedia del transporte

Roberto, una enciclopedia del transporte

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Salgado cuenta 79 años de edad y desde 1966 comenzó en el sector de transporte como técnico, luego se superó y continuó como ingeniero mecánico. Se jubiló en el Ministerio del Transporte (Mitrans) en el año 2017 y después se recontrató en el Grupo Empresarial de Servicios de Transporte Automotor (GEA), donde labora desde hace ocho años.

Tal vez Roberto Salgado Suárez,  quien nació y se crio en  La Loma de Cunagua, (en la otrora provincia de Camagüey, hoy Central  Bolivia, en Morón, Ciego de Ávila) no fuera la Enciclopedia del Transporte como se le conoce, sino hubiese triunfado la Revolución en 1959.

 

 

Y es que este maestro de muchísimas generaciones de técnicos y profesionales, con apenas nueve años, se levantaba de madrugada para llevarle el desayuno a los cortadores de caña y luego se iba corriendo hacia la escuela rural a terminar sus estudios de la enseñanza primaria.

“Nunca se me olvida que lo único que tenía era un abrigo de corduroy  que no me mataba el frío, pero aún así tenía que ayudar a mi familia. Luego, cuando salía de la escuela, iba otra vez para el campo para ver en qué lugar trabajarían al día siguiente y volver por su desayuno.

En ese momento, si había trabajo me quedaba y trabajaba para buscarme unos quilitos junto con mi padrastro. Lo mismo cargaba caña para arriba de las carretas y camiones que realizaba otras actividades… Siempre quise ser ingeniero y jamás falté a la escuela, aun cuando tenía que primero trabajar. Es verdad que se hizo el milagro de la Revolución y yo supe aprovechar todo lo que nos ofrecía para dignificarnos”.

De cómo logró hacerse ingeniero nos habla con orgullo: ”Mi maestra Celia me ayudó a convencer a mi madre para poder incorporarme  a la secundaria rural, que era una beca donde aprendíamos todo lo que exigía ese nivel educacional, además de recibir clases sobre distintos oficios, entre ellos mecánica y carpintería…”.

Cuenta que al concluir esa enseñanza un profesor lo trajo junto con otros alumnos para buscar en La Habana donde poder estudiar una carrera técnica y logró matricular en el Instituto Tecnológico José Ramón Rodríguez, en el Vedado. Años más tarde se hizo ingeniero Mecánico, en cursos para trabajadores.

Desde que comenzó en el Mitrans se incorporó al Departamento de Regulaciones y Normas. De las normativas que hoy existen, muchas fueron elaboradas por este hombre que ama también la poesía, y le escribe poemas a Fidel y a todo lo que lo inspira.

“Hacíamos las normas y regulaciones a partir  de un estudio con las informaciones del fabricante. Datos como tipos de neumáticos, lubricantes, etc, los empleábamos para ese dictamen. Por ejemplo, todos los vehículos que entraban al país teníamos que hacerles normas técnicas para regular los mantenimientos “.

Comenta que entre sus responsabilidades también figuraba calcular el costo de las reparaciones que se hacían a los vehículos del sector particular en los talleres que existían en todo el país para ofrecer ese servicio.

Salgado ha aportado valiosos conocimientos en el montaje de los servicios de laboratorios para probar los equipos de garaje. Estos se crearon con la finalidad de probar los equipos que conforman estos lugares donde existen bombas de combustibles, equipos de fregado y engrase, entre otros.

Se siente feliz de haber podido ser parte de quienes desarrollaron en la Isla una red de talleres y garajes regionales y otra de carácter nacional, la cual ofrecía todos los servicios de reparación, e incluso donde se fabricaban algunas piezas para equipos de fregado y bombas de combustible, entre otras.

Nos refiere que se graduó en el Instituto Superior Pedagógico de la Enseñanza Técnica y Profesional siendo técnico medio. Entre sus alumnos cuentan técnico e ingenieros, pero también siendo un estudiante de secundaria básica impartía clases en la Facultad Obrero Campesina, en su natal Ciego de Ávila.

De momentos cruciales en su vida profesional nos resume lo que él considera inolvidables: “Montar el primer centro de servicio de combustible en la autopista nacional en tiempo récord (lo que se conoce como el primer Conejito); trabajar para minimizar el tiempo de abastecimiento de los trenes, instalando un servicio de combustible para cada coche; así como  organizar en el Parque Lenin el Círculo de Interés de nuestro sector, para formar futuros especialistas en la rama del transporte, a partir de la formación  vocacional y la orientación profesional”.

Cree que ser útil es el modo de retribuir el haber podido estudiar. Por eso en GEA  se siente como si hubiera renacido, según confiesa. “Aquí he contribuido a la organización de todo el procedimiento para dar bajas técnicas a los equipos y avalar la venta de otros. Ambos procesos llevan un aval fundamentado con criterios técnicos que se les solicitan a nuestra empresa”.

Su linda familia integrada por tres hijos—eran cuatro, pero uno falleció—, 13 nietos y 12 bisnietos, también le dan un sentido a su existencia.  Es motivo de que con casi 80 años se sienta con deseos de seguir aportando al transporte en Cuba.

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