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Pedro Orlando Reyes se bajó del ring ganador

Uno de los boxeadores que marcó mis ansias de ser periodista deportivo fue Pedro Orlando Reyes. Nunca se lo dije, tampoco pude entrevistarlo por más que lo intenté. Y este martes 26 de noviembre se bajó del ring de la vida, aunque sus golpes, títulos y legado en el deporte de los puños quedarán intactos para sus admiradores.

 

 

El padre del pelotero Rudy Reyes trabajaba desde hace algunos años como entrenador en México, donde el corazón lo traicionó con 65 años de edad. Y el primer recuerdo que me vino a la mente fue el peleón del campeonato mundial de 1989, en Moscú, cuando sus manos pegaban ágiles y precisas al cuerpo y rostro del local Yuriy Arbachakov. Me parece estar escuchando la narración de Eddy Martín y yo frente al televisor en blanco y negro intentando imitarlo.

Finalmente los jueces hicieron de la suya con nuestro monarca universal de Reno 1986 y le quitaron la pelea. Entonces se peleaba con cabecera y recuerdo el rostro frustrado por la decisión injusta del mejor boxeador de 51 kilogramos del mundo al menos de 1983 a 1989. En la esquina Alcides Sagarra gritaba lo que correspondía a los hombres de blanco y cuando abrazó a su alumno en la esquina lo cobijó con ese calor de padre orgulloso.

Pedro Orlando Reyes pertenece a esa generación dorada del boxeo cubano que arrasaba en cuanto torneo participaba; Adolfo Horta, Ángel Espinosa, Félix Savón, Pablo Romero y por supuesto, Teófilo Stevenson hasta el propio año 1986, quizás el año cumbre del conocido «Zurdo de Párraga», aunque el combate de 1989 haya quedado más en la memoria de muchos por la desgarradura arbitral.

Luego de conocer la noticia pensé en su hijo Rudy, que tantas veces me habló de la inspiración que resultó su padre para hacer deporte. Busqué algunas preguntas anotadas en una agenda vieja cuando casi se concretaba una entrevista con él. Y para mi sorpresa, entre las interrogantes había una que apuntaba a su papel en la historia del boxeo ¿Cómo le gustaría que las nuevas generaciones lo recuerden?

Hoy puedo tomarme la atribución de responder: como un gladiador entre 12 cuerdas, que subió 332 veces al ring para ganar. Y así te vas ahora: !Ganador! Hasta siempre campeón.

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