Desde horas de la mañana se percibía en el periódico Trabajadores cierto aire de ilusión e incertidumbre, ese que respira al saber de la visita de uno de los más brillantes documentalistas y fotógrafos de nuestro país, el camarógrafo de confianza de Fidel: Roberto Chile.
Seguimos inmersos en nuestras rutinas productivas sin olvidar ni un segundo el anhelado encuentro. Chile llegó sobre las dos de la tarde en compañía de su familia (su esposa, una de sus hijas y una de sus nietas) como si llegara a la casa de unos amigos de toda la vida.
Atónitos quedamos muchos al ver a un hombre de su talla desbordar tanta humildad entre todos nosotros, fieles admiradores de su extensa labor. Quizás la misma naturaleza de su grandeza es la que ha envuelto su ser en una amable sabiduría que acaricia a todo aquel que tiene cerca.
Nos trajo historias de ese Fidel al que por tantos años tuvo de cerca, cámara en mano durante largas horas, encuadres precisos para inmortalizar a Cuba de la mano del hombre que la liberó del yugo opresor y la convirtió en estandarte de justicia e igualdad social, ese mismo que apuntó con su dedo firme hacia un futuro mejor.
¿Cuántas veces atrapó para siempre la lente de Roberto la firmeza y la valentía del eterno Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz? Incontables. Muchos podrán decir que los valores humanos no son retratables; pero serán sólo aquellos que no han tenido ante sus ojos la obra de este artista, capaz de traspasar con fuerza voraz cualquier plataforma de exposición para clavarse en las almas.
A esta reunión de amigos la risa no la abandonó nunca gracias al carácter afable de nuestro acompañante, el asombro creció al adentrarnos en su quehacer; sobretodo tras presenciar un documental inédito que compartió con nosotros y la admiración se rindió ante su genialidad.
Por un momento vinieron a mi mente unas palabras que compartió con los colegas Daniel Martínez y Yimel Díaz Malmierca en reciente entrevista para este semanario, al referirse a como la vida lo puso en el camino del Comandante: “La casualidad me llevó a conocerlo, a que apreciara mi trabajo y decidiera que lo acompañara en su labor de estadista”.
Quizás fue también una bendita casualidad la que nos puso aquí, en Trabajadores, con Chile, para apreciar de cerca al creador, al humano y al amigo.
La tarde se hizo corta y quedaron pendientes conversaciones. Pactamos encontrarnos muy pronto para que nos comparta otras historias que conserva en su interior y también para hablar de esas que están por venir.
Quisimos mostrar nuestra gratitud con un pequeño pero cariñoso detalle y Roberto nos abordó también con algunos regalos cómo si no bastara para él todo lo que su obra nos ha legado, lo que su presencia aquí representaba para nosotros.
Gracias Chile por tu extraordinario quehacer profesional, por tus historias jocosas, por tu palabra sincera, por dejarnos sentir a través de ti ese Fidel que no morirá jamás en esta tierra y sobre todo las gracias infinitas por estrujarnos con tanto amor el corazón.
Trabajadores te espera de vuelta,amigo.