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La inmortalidad de tu esencia

Llega noviembre con su fiel recordatorio, ocho años hace desde la imperecedera despedida. No marca la ausencia ni tu partida, sí la inmortalidad de tu esencia. La mirada vigilante y noble se iza sobre nubes y mares. Legado de país, irreverencia ante la desigualdad, virtud de ser Fidel.

 

Foto: Alex Castro

 

Te debo Comandante el temblor ante la respuesta que darías hoy a cada nuevo conflicto de quienes no entienden la grandeza de tu obra. Observo una ciudad que besa a sus hijos, que aprendió el valor de los libros y las vidas de cada uno de los seres que la construyen. Recuerdo mañanas y tardes de embeleso ante el torrente infinito de ideas que regalaste sin pedir nada a cambio.

Por estos días tus hijos te evocan, te hacen renacer en cada obra, en los pinos nuevos que se alzan. No hay escuela, médico, piedra, misión, estrella solitaria que no refleje la pureza de tu impronta. Hombre Isla, nombre y apellidos intachables a la luz del sol.

Es que Fidel no está muerto, ¿cómo puede morir la vida, la oportunidad de elegir, de amar la verdad que nos dejó?. Fidel está vivo en la historia.

Un niño nace hoy sin la inquietud de cómo será su vida al crecer, va escrito en las primeras letras cuando aprende su nombre, en la vacuna que nos salvó de la pandemia, en cada paso que demos, desde hoy, hasta que muera la memoria humana.

Repica tu juramento de Patria, en la garganta con la que entonamos el himno colosal que continúa llamándonos a las armas. Nadie podrá arrebatarnos ni un trozo de victoria, sabemos el costo en sangre, cielo, llanto, río y fuego que se alza en nuestra bandera.

Tu luto es verde capa, símbolo para continuar la historia de Céspedes, Martí y Maceo. Paisaje de héroes que se alinean para la carga al machete. Avenidas y muros ceden su poderío ante tu imagen de líder invicto.

Fotos: Alex Castro y Estudios Revolución

 

No importa cuánto quieran borrarte pues tu semilla invade cada centímetro de la Cuba que construiste y hoy te trae de vuelta a tu podio en la plaza.

La memoria se despierta para que escuchen los que quisieron segarte. Pinceles y carboncillos se deslizan por el lienzo azul infinito para bocetar tu rostro de sabio en las nubes.

La palabra de millones sobrevuela plazas, escala palmas y surca los mares en la figura de Fidel. Solo quienes conocen del metal que forjó su espalda pueden hablar de girasoles.

Tu perfil venció la dureza del mármol para habitar la memoria viva de tu pueblo.

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