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De cuando la relación universidad-empresa es tan «sólida» que produce «cemento»

Cuando las investigaciones académicas vuelan del papel impreso o las páginas digitales y aterrizan en los brazos de entidades proactivas que las materializan, la relación universidad-empresa se convierte en una alianza indetenible y eficaz, del tipo que Cuba requiere con urgencia.

 

En Moa existe la voluntad de varios entes para crear un nuevo producto para el desarrollo local. Foto: Cortesía de Róger Almenares Reyes

 

Esa simbiosis necesaria se da con eficiencia entre la Universidad de Moa «Dr. Antonio Núñez Jiménez» y el Centro de Investigaciones del Níquel «Capitán Alberto Fernández Montes de Oca» (Cediniq), instituciones que impulsan un interesante proyecto que beneficiará el desarrollo local del niquelífero municipio holguinero.

Ester Rodríguez Castillo, directora de Cediniq, explicó a Trabajadores que se trata de un trabajo de experimentación con arcilla caolinítica para convertirla en un extensor de cemento, con el cual se puedan realizar diferentes trabajos constructivos, sobre todo en el sector de la vivienda.

Además de los tradicionales trabajos investigativos que Cediniq realiza para mejorar el funcionamiento de las plantas niquelíferas «Pedro Sotto Alba» y «Comandante Ernesto Che Guevara», su colectivo no dudó en lanzarse a una nueva tarea que involucra al horno de su planta piloto, la cual viene a ser una versión pequeña de la indumentaria productiva de la «Che Guevara».

 

El cemento a partir de arcilla calcinada puede emplearse en diferentes aplicaciones dentro de la construcción. Foto: Cortesía de Róger Almenares Reyes

 

El proyecto, que con orgullo se dio a conocer entre el movimiento sindical durante la Conferencia Municipal 22 Congreso de Central de Trabajadores de Cuba en Moa, a la que asistió Ulises Guilarte de Nacimiento, máximo dirigente sindical del país, involucra también a la UEB Prefabricado y Premezclado y al gobierno local, con el fin unitario de favorecer el sector constructivo.

El origen de este trabajo data del año 2013, cuando el ingeniero metalúrgico Róger Samuel Almenares Reyes, hoy vicerrector de Formación de la Universidad de Moa, laboraba en su tesis doctoral en la provincia de Villa Clara, cuyo tema fue «Evaluación de las potencialidades de arcillas caoliníticas cubanas para la producción de materiales cementicios suplementarios».

Narra que en esa época tomaba experiencia como parte de un proyecto de estudio sobre cemento de bajo carbono o LC3, perteneciente a la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas.

«Como parte de ello estudiamos materiales arcillosos de Moa y vimos que en ella existía un potencial desde el punto de vista de la materia prima necesaria para ese nuevo sistema cementicio, y a la vez apreciamos que la tecnología que se utiliza para la activación de la arcilla o para calcinar la arcilla es similar a la que tiene la planta piloto del Centro de Investigaciones del Níquel», explica.

Tiempo después él y otro doctorando de la Casa de Altos Estudios de Moa se acercaron a Cediniq para presentar el proyecto, pero la pandemia de la Covid-19 impidió su cabal desarrollo.

No fue hasta el pasado año que reiniciaron las intenciones de impulsar la producción del extensor de cemento y a día de hoy todo está encaminado para fabricar, tentativamente en diciembre, las primeras 60 toneladas de un producto que al decir de Róger «se identificó que podía sustituir hasta el 50 por ciento del cemento Portland ordinario, manteniendo las mismas prestaciones de este, o sea la misma resistencia».

El investigador aclara, no obstante, que el extensor, que requiere también para su confección de pequeñas cantidades de piedra caliza y yeso, puede sustituir al «Portland» entre un 30 y un 50 por ciento, en dependencia de las formulaciones constructivas a ejecutar.

También afirma que en Moa este tipo de arcilla no debería existir. «Es algo anómalo», destaca, y añade que «su origen es un poco diferente a todas las arcilas que hay en Cuba».

 

 

Foto: Cortesía de Róger Almenares Reyes

 

Sin embargo, contra cualquier pronóstico, la materia prima está a la mano en esa región holguinera, también la tecnología para procesarla y sobre todo la disposición conjunta de académicos y productores para hacer realidad un proyecto económico que podría derivar en la producción mensual de 300 toneladas de cemento, una contribución sin dudas necesaria y esperanzadora para la economía regional.

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