Taipéi.— Con la emoción del empate hasta el último lanzamiento del noveno inning, la vivencia feliz de dos remontadas en un mismo partido, así como el recuerdo de la alegría y gallardía de equipos nacionales de anta- ño, nuestra selección jugó su mejor partido en el torneo, aunque terminó cayendo 7-6 ante un mismo samurái japonés, que de paso nos devuelve a casa sin pasar por tercera ocasión a la ronda final de este certamen.
El encuentro tuvo sus lecturas desde el comienzo, cuando el abridor cubano Raymond Figueredo no pasó del tercer capítulo y a sus estadísticas fueron las dos primeras carreras de los asiáticos. El despertar de los nuestros sobrevino en el cuarto, cuando Roel Santos pegó largo triple y Yadir Drake lo remolcó con su primer hit.
En el meridiano del juego, los nipones volvieron con su fábrica de anotar a partir de todo lo que le permita su contrario. Dos sencillos y par de boletos de los relevistas Frank Luis Medina y Darío Sarduy aumentaron el marcador 5-1. Para muchos era solo cuestión de esperar pacientemente los outs para la victoria asiática, sin embargo, no fue así y llegó la rebelión ansiada de Cuba.
Otra vez Santos y Drake prendieron el motor. Abrieron la entrada con boleto y tubey, respectivamente y tras el fallo de Guibert (todo vergüenza al final del desafío por no salirle ni un batazo oportuno), Despaigne recibió base por bolas para que Erisbel Arruebarruena soltara larga línea contra la cerca del izquierdo y Yoan Moncada, de emergente, sonara cañonazo al derecho para sumar racimo de tres.
En esas demostraciones que hacía rato no veíamos, Liván Moinelo, afectado de gripe y con una indisposición estomacal hasta la ma- ñana de este domingo, pidió la bola al mentor Armando Johnson y se subió al volcán para tratar de controlar a quienes conoce muy bien porque juegan juntos en la Liga Profesional Japonesa.
No obstante, no se salvó que los campeones vigentes del Premier le marcaran una raya más y la diferencia volviera a ser de dos.
Pero cual historia repetida y repetida hasta el delirio, el llamado inning de la suerte volvió a iniciarse con Roel y Drake embasados. Sobrevino algo que siempre estropea los juegos, un error del lanzador en batazo de Despaigne, lo cual desató la furia y los abrazos de millones de cubanos tras la igualada a seis en la pizarra.
Moinelo siguió lanzando y paseó tranquilo ese séptimo episodio, algo que no pudo lograr en el octavo, pues un error del torpedero Arruebarruena desencadenó lo que mejor saben hacer los japoneses: disciplina y táctica perfecta para fabricar una, ¡una solitaria carrera de la victoria! En el noveno les llenamos las bases, pero Moncada y Andy Cosme no se salvaron de los tres strikes.
Moralejas del partido:
– Combatividad, banca animada e inspiración convertida en anotaciones nos devolvió un equipo Cuba similar al de los últimos partidos del Clásico Mundial del 2023 y a los inmortales de las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado. Ahora se lo jugaban todo, pues un éxito le daría posibilidades de avanzar y el revés nos sacó de ese empeño, aunque resta este lunes el compromiso frente a la selección local.
– Que pudo haberse sacado un emergente más, quizás Viñales en el último turno por Cosme; que se confió hasta el final en Ariel Martínez a pesar de que también pudo ser sustituido antes; que al joven Jeans Walters le faltó maldad para haber cogido un pelotazo con bases llenas en el sexto. Todo eso pudo pasar, pero no se gana con hipótesis, sino cuando se sacan los 27 outs.
– Desde el Clásico Mundial del 2013, Cuba no puede imponerse a Japón, equipo por demás que lleva 22 victorias al hilo desde el 2019 y es el mejor béisbol del mundo hoy con las coronas del Clásico y de la segunda edición del Premier.
– Vimos la cara más estimulante de nuestro equipo y la más sentida luego de la derrota. De regreso al hotel nadie puso música, los ojos buscaban explotar por impotencia y solo en la profundidad de la guagua se oyó decir: “mañana nos toca Taipéi, hagamos lo de hoy, el pueblo nos aplaudió hoy en medio de tanto dolor”. Y tiene razón. Fue un gran juego de pelota.