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Arte y resiliencia

Ya era desafiante la perspectiva de realizar el Festival Internacional de Ballet de La Habana Alicia Alonso en un contexto económico adverso. Y la apuesta por su celebración tiene que ver con la decisión de preservar los principales encuentros de la cul­tura cubana, asumiendo la austeri­dad que el momento precisa.

El Ballet Nacional de Cuba (BNC), dirigido por la primera bailarina Viengsay Valdés, fue digna anfitriona del Festival. En la imagen, el cuerpo de baile femenino en el segundo acto de El lago de los cisnes. Foto: Frank D. Domínguez, cortesía del BNC

A los obstáculos de la crisis se sumó el impacto del huracán Rafael en el occidente del país, que impu­so una pausa de tres días en la cita. Solo el empeño de los artistas y los organizadores, que contaron con el apoyo del sistema institucional de la cultura, impidieron una cance­lación. Se readecuó el programa, de manera que las compañías y solis­tas invitados pudieran presentar su arte al público.

Este domingo, finalmente, la sala Avellaneda del Teatro Nacio­nal de Cuba acogió la gala de clau­sura, que contó con la presencia de grandes estrellas de la danza en el mundo, y con el aporte de dos agru­paciones que han demostrado un extraordinario espíritu de resilien­cia: el Ballet Nacional de Cuba y la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

No ha sido el más vistoso de los festivales de ballet en Cuba. Ni po­día serlo. Ni tendría que serlo. Ha sido el mejor festival que se pudo haber hecho en las actuales circuns­tancias. Y pese a que casi a última hora no se pudo contar con algu­nos invitados de renombre, muchos de los que vinieron a La Habana se ubican entre los más encumbrados bailarines del planeta.

Una vez más los aficionados cubanos tuvieron la oportunidad de tomarle el pulso a lo que se hace ahora mismo en las capitales y los grandes teatros de la danza univer­sal. Esa es una de las virtudes del encuentro: es la principal vitrina para el arte coreográfico (nacional e internacional) en Cuba.

Y a eso habría que añadir que en esta edición se honró particular­mente la vocación integradora de la cita: desde el ballet más académico, pasando por recreaciones del fol­clor, hasta las expresiones más con­temporáneas de la danza. Las más importantes compañías del país se presentaron en los escenarios.

Mantener el Festival Internacio­nal de Ballet de La Habana Alicia Alonso y otras emblemáticas con­vocatorias del arte en Cuba, aunque puntualmente sea preciso reajustar su alcance, debería ser una priori­dad, en espera de tiempos mejores para el sistema de encuentros cul­turales en el país. Ahora se pudo. Hay que partir, más que nunca, de sólidas jerarquías. En tiempos de­mandantes para la nación se debe blindar lo mejor.

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