Con los pasos siempre hacia adelante, quien analice cómo los da ahora y vuelva la mirada unos años atrás para ver la manera en que se andaba en aquellos tiempos, puede preguntarse por qué se abandonó en el camino la emulación si demostró ser algo positivo.
Seguro habrá entendidos en la materia capaces de investigar científicamente cómo aquellas competencias fraternales quedaron fuera de una práctica, donde la premura, carencias y urgencias pudieron haber causado dejar de llevar la carga de la emulación.
Los incorporados al mundo laboral en los últimos 30 años quizás han oído sobre el tema, pero sin las vivencias de que un buen trabajador recibe el obsequio o la posibilidad de comprar un ventilador, un televisor, una olla de presión, una cafetera, o una entonces larga lista de electrodomésticos.
Hay toda una generación de personas que laboran en los sectores productivos, de los servicios, de forma manual o intelectual que quizás por desconocerlo, ni siquiera aspiran a que administraciones y otras organizaciones no gubernamentales les premien con una semana en la playa.
Viene a la mente con fuerza los viajes más emblemáticos, a las de La Habana del Este, aunque podían ser a cualquier lugar de Cuba, pero eran los más populares, en los que el centro laboral llevaba al premiado o se iba por sus medios cargados de sobrantes productos para elaborar en la casa asignada.
Había quienes no querían nada donde hubiera que cocinar, pero ante la posibilidad no faltaron los que se alojaron en un hotel y luego consideraron el viaje a la playa como adicional, lo aceptaban y repetían otra actividad vacacional costeada con el salario.
Por supuesto que en la emulación también podía ganarse una moto con o sin sidecar, un auto, y aunque a algunos les pueda parecer en este año 2024 que ese tipo de galardón era un nocivo estímulo material, sepa y si no, averigüe: la espiritualidad estaba a la orden del día.
Hurguemos en la memoria los sexagenarios o septuagenarios y hagamos el cuento de cómo saludamos y despedimos a un colega héroe o vanguardia que además de ser estimulado con esas cosas materiales, pedía a un amigo que lo llevara al aeropuerto en el también ganado vehículo porque los reconocieron con un viaje un país socialista.
Más de un lector puede estar reaccionando como algunos interlocutores en la conversación de tú a tú con otros que vivieron aquellos tiempos, (y si se anima aquí, le agradezco que deje su comentario el final de esta nota).
Entre adultos mayores de la tercera edad o edad avanzada (viejitos) conversamos temas que prometo seguir abordando en próximos viernes: los estímulos morales y materiales, la combinación de uno u otro, lo que en aquella época se decía que podía suceder si al hombre se le estimulaba con cosas.
No responsabiliza este redactor a nadie más, pues después de 72 años de experiencia, a título personal, afirma: como estamos dando los pasos hoy, son consecuencia de haber abandonado la emulación. Quien discrepe, que escriba un comentario digital.