Guantánamo duele, que la pena nos una y fortalezca como nación
No los conozco, no sé sus nombres, si son un matrimonio, padre e hija, hermanos, primos, vecinos o dos desconocidos unidos en un acto de sobrevivencia; aunque la manera en que ese hombre sostiene las manos de la mujer, como la lleva detrás de sí para que su cuerpo reciba el primer embate de cualquier cosa que arrastren las turbias aguas, lo percibo como un acto de AMOR, y ella dejándose conducir con esa confianza que ponemos en los seres que sabemos nos protegerán con su vida; puedo sentir la humedad que le cala los huesos, el miedo, la preocupación, la impotencia, la urgencia…
Esa imagen me sobrecoge con sólo mirarla, vuelve el dolor y el desastre a ser protagonista en esta Cuba que no sé de dónde saca lágrimas para llorar sus penas, quisiera que tuviera la misma capacidad para aprender y reinventarse desde los errores, es momento de solidaridad, de ayudar y salvar, pero también de sacudirnos la pereza del todo pasa y vanagloriarnos de la resistencia.
Tenemos que empezar a emerger, secarnos, enderezarnos, avivar los rescoldos de lo que alguna vez fue llama y hacer fuego, porque la vida es más que contar penurias y la naturaleza puede golpearnos, pero no sorprendernos.
Martí dijo: «En prever está todo el arte de salvar».
Mis condolencias a los familiares y amigos de las víctimas que dejó Óscar a su paso, mi buen pensamiento para todos aquellos que hoy tratan de encontrar la punta del hilo para reiniciar la cotidianidad.