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Otra vuelta al calendario beisbolero. ¿Y ahora?

La comunicación oficial solo confirmó lo que ya muchas provincias, especialistas y peloteros sabían. La pelota cubana reajusta por enésima vez su calendario y gira a punto conocido: la Serie Nacional de septiembre a enero y un torneo élite o selectivo de marzo a junio. ¿Mejor o peor? ¿Será finalmente definitivo o al menos durará lo suficiente como para calmar la impaciencia de aficionados y estabilizar sistemas de preparación?

Como si fuera hoy recuerdo hace tan solo 8 años, cuando periodistas e integrantes de la Federación Cubana de Béisbol (FCB) y Comisión Nacional, reunidos en el Latinoamericano, debatíamos cuál era la mejor fecha para la Serie Nacional a partir de la apertura de contratos profesionales a nuestros peloteros. Era una apuesta a ciegas porque no sabíamos a ciencia cierta en qué momento pudieran sobrevenir más esas incursiones en ligas profesionales.

También se habló de la Serie del Caribe en febrero a la que empezamos a ser invitados desde el 2014 (con las intermitencias posteriores ya conocidas desde el 2020), así como de la necesidad de tener los meses de verano libres para cumplir los compromisos internacionales de juegos múltiples. Parecía un rompecabezas, que se armaba y se desarmaba varias veces, en dependencia del calendario internacional, algo criticados por casi todos los actores del espectáculo beisbolero.

La vida ha ido enseñando que sin ser una regla exacta, en los meses de verano han existido más salidas de nuestras nóminas, por vía personal o contratos a través de la FCB para Japón, México, Italia, Canadá, entre otras naciones; mientras hacia el invierno o meses finales del año solo México, Venezuela y alguna liga más han tenido presencia cubana, al tiempo que Japón concluye sus play off en octubre.

Esta vuelta de tuerca al calendario parece la más sensata y equilibrada y hace recordar a los más veteranos la cronología Nacional-Selectiva de los años 80 y 90 del siglo pasado. Evita jugar en los meses de mayor calor (lo cual es abusivo por el desgaste físico que provoca), propicia que la final de la Serie nacional no se resienta de tantas figuras fuera del país, en tanto sigue permitiendo que los campeones de cada torneo representan al país en los eventos internacionales que lleguen, sea Serie del Caribe, Serie de las Américas, Torneos en Holanda, Champions League, u otros.

Solo un detalle sigue preocupando. El calendario para que tenga fijador debe ser acompañado de más decisiones y una organización milimétrica: uniformes y recursos en tiempo, fecha tradicional de apertura cada año, juegos de estrellas en su justa medida y una larga lista de aseguramientos que a veces depende de la economía, pero otras tantas de la voluntad y el nivel de experticia de quienes lo organizan.

Es cierto que no habrá pelota en ocho meses (recordemos que la 63 Serie Nacional concluyó en julio del 2024) y que pasará 14 meses para el inicio de la próxima Serie Nacional. Son riesgos duros y que implica además ajustar también las series provinciales y un pronunciamiento sobre el torneo sub 23, del cual no se informó nada ahora y sí aparece en la famosa Estrategia del Béisbol, discutida con fuerza por todo el país.

Otra vuelta al calendario beisbolero. ¿Y ahora? Queda esperar a marzo del 2025 y queda organizar mejor esa tercera versión de la Liga Elite con los seis equipos clasificados. Reitero, más allá del gusto o no de cada quien por la fecha (en lo personal me gusta más así) lo que debe ser trascendente es crecer y estabilizar cada calendario en cada nivel, defender con uñas y dientes este cronograma y trabajar por un mayor espectáculo, que no solo es programación de eventos, sino la integralidad sociocultural que significa la pelota para esta nación.

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