La primera bomba cayó y no era una película. Es un conflicto antiquísimo, pero nada justifica las muertes; la condena mundial poco ha importado a las autoridades israelitas. El genocidio contra el pueblo palestino no solo va dejando ciudades arrasadas, más de 42 mil personas fallecidas, asesinadas y masacradas; y más inseguridad en la Franja de Gaza y en todo el Medio Oriente.
Tan despiadado ataque, día tras día, por un año consecutivo, está sembrando, a fuego limpio, la prepotencia de un imperio por encima de los derechos humanos, como si nada fuera más importante que la vida de una persona, de un niño, de una madre que lo carga y se esconde porque de la familia solo quedan ellos.
Así ha sido desde el 7 de octubre del 2023, cuando Israel decidió responder un ataque del grupo Hamás, injustificado, aunque sobrevino tras tantos años de avasallamiento y no reconocimiento al territorio de Palestina. Y la embestida israelí, sin nombres para las balas, ha provocado el pánico de una población a la que se le bloquea de alimentos, medicinas, agua potable; a la que se le bloquea el derecho a vivir.
Por eso, hoy 14 de octubre los jóvenes cubanos y todo nuestro pueblo nos vamos a las calles, de nuevo, para exigir el fin de ese genocidio, que debe cesar sin condiciones ni dilaciones, tal y como se aprobó en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, que ha quedado en letra muerta, como tantas veces, cuando se trata de Israel o de Estados Unidos.
Bien lo sabemos los cubanos, que sufrimos un bloqueo económico y financiero prácticamente desde el propio 1959, cuando intentaron asfixiarnos por falta de recursos y materia prima, hasta los años posteriores en que pensaron rendirnos por hambre y enfermedades. El único motivo para este otro genocidio: ser rebeldes, independientes, diferentes, socialistas y ejemplo para un continente.
Pero la realidad se impone. Cuba marcha por Palestina hoy, que es marchar por la vida.