Los instructores de arte en Cuba no deben ser vistos como simples organizadores de actividades recreativas o auxiliares pedagógicos, sino como educadores, en el sentido más pleno del término. Sin embargo, no siempre hay conciencia de esa necesidad.
Estos profesionales cumplen una misión esencial dentro del sistema educativo del país: acercar el arte a los niños y jóvenes, a la comunidad, no solo asumido como entretenimiento, sino como una herramienta de formación integral que promueva la sensibilidad y el pensamiento crítico.
En el sistema integral de la enseñanza en Cuba la labor del instructor se centra en despertar la creatividad, estimular la curiosidad y fomentar la capacidad de análisis estético en cada uno de sus alumnos. Este enfoque debería ser valorado al mismo nivel de las ciencias, la historia o la literatura.
La enseñanza del arte no busca precisamente la formación de artistas profesionales, pues para ello existen escuelas especializadas en Cuba. Se trata de formar ciudadanos capaces de disfrutar y comprender la cultura en sus diversas formas.
La Brigada de Instructores de Arte José Martí, que cumple 20 años, ha sido crucial en la promoción de las mejores expresiones de la cultura cubana. Esta misión solo es posible si se cuenta con un profundo compromiso ético y la convicción de que el arte puede y debe transformar la vida de las personas.
Por eso la Jornada de la Cultura Cubana, de este año, ha querido dedicar un reconocimiento especial a esta brigada. Tal como expresó Fidel Castro, el principal animador del movimiento, los instructores de arte deben ser abanderados de la cultura y el humanismo. Tienen que saberse y ser asumidos, primero, como maestros.