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Medio Oriente: la tierra de las mil y una bombas

El ministro de Asuntos Exteriores de Irán Abbas Araghchi advirtió este fin de semana, desde Damasco, Siria, que Israel “solo entiende el lenguaje de la fuerza y la guerra”, a pesar de que su Gobierno ha abogado por un acuerdo de alto el fuego “especialmente en Gaza”.

“El debate más importante a día de hoy es el alto al fuego en Líbano y en particular en Gaza. Hay iniciativas al respecto y se han producido contactos que esperamos que den su fruto”, apuntó Araghchi ante la televisión pública iraní en árabe Al Alam.

Pero las bombas siguen cayendo.

Foto: AP

Este 7 de octubre se cumplen 365 el inicio de la masacre israelí en la Franja de Gaza. Solo allí han muerto unas 45 000 personas. Otros miles han sido asesinados en Cisjordania, Siria, Yemen, el Líbano… El conflicto, lejos de apaciguarse, se ha extendido a Irán que este 1 de octubre ripostó con misiles a Israel.

¿Cuánta pólvora hay?

Todos coinciden en que uno de los secretos mejor escondidos por Israel es el tamaño y contenido de su arsenal militar: “Las cifras detalladas están celosamente guardadas por el Ministerio de Defensa israelí, probablemente sólo sean conocidas por el primer ministro Benjamín Netanyahu, sus colegas de alto rango del Gobierno y su aliado más cercano, Estados Unidos», dijo a la prensa europea Douglas Barrie, experto en defensa del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Londres.

Desde su fundación como Estado, Israel ha sido una amenaza para sus vecinos en el Medio Oriente. Con el pretexto de garantizar su defensa ha desarrollado una robusta industria militar que le permite además ser uno de los mayores exportadores del mundo.

El territorio israelí funciona además como depósito de equipamiento militar y municiones de EE.UU. valoradas en 4 mil 400 millones de dólares. En caso de emergencia, Israel podría comprárselas a su aliado de manera expedita.

De Hezbolá, en el Líbano, se sabe que cuenta con un arsenal de aproximadamente 150 000 cohetes, incluidas armas de un alcance de mil 500 kilómetros. En 2021, el líder Sayyed Hassan Nasrallah (asesinado recientemente por Israel) aseguró que el grupo tenía 100 mil combatientes, muchos bien entrenados y con experiencia de combate acumulada en la guerra de Siria.

“No hay suficientes Cúpulas de Hierro en el mundo para interceptar todos los misiles de Hezbolá”, señaló al New York Times Tom Karako, experto en defensa antimisiles del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington y precisó que ese recurso defensivo no es suficiente pues al final hay que “poner fin a la amenaza por otros medios».

Irán, por citar otra de las partes, también se ha preparado militarmente para la guerra. Los analistas reconocen que la efectividad de sus misiles y drones de corto y mediano alcance, ha mejorado enormemente en los últimos años.

El ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán desde 1989, ofreció un discurso el pasado 4 de octubre en una mezquita del centro de Teherán. Dijo que el ataque a Israel fue “totalmente legal”, “correcto” y “lógico”; apenas un “castigo mínimo” por sus “terribles crímenes”.  Foto: BBC

Pero el actual conflicto no va solamente de armas y municiones, es sobre todo un asunto político y geoestratégico. Según Ulrich Kühn, jefe del departamento de investigación sobre control de armas y nuevas tecnologías del Instituto de Investigación para la Paz y Política de Seguridad de Hamburgo, “la situación es diferente cuando se trata de una estrategia política a largo plazo: el Gobierno de Netanyahu no parece tenerla”.

A esto se suman las tensiones internas dentro del gobierno de Tel Avid que, en cuanto pueda, pasarán factura política al Benjamín primer ministro.

La guerra en sus espacios colaterales

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Siria emitió el sábado 5 de octubre un comunicado donde denunció que, “siguiendo con los brutales crímenes y con la brutal agresión de la entidad sionista contra Líbano y Siria, esta mañana ha bombardeado el paso fronterizo de Masnaa-Ydeidet Yabus entre Siria y Líbano que ha dejado la carretera internacional cortada”.

Se trata de “una arteria vital utilizada por miles de libaneses y sirios desplazados que huyen de la máquina sionista de matar y destruir. (…). Condenamos este desenfrenado crimen sionista que ataca incluso a personal de la Defensa Civil y a trabajadores humanitarios y pedimos trabajar para que cese de inmediato y garantizar que esta entidad rinda cuentas por sus crímenes y que no escape al castigo”, enfatizó la entidad.

Otro sector que también ha sido severamente afectado es el de la aviación civil. Según FlightRadar24, las conexiones aéreas entre Europa y Extremo Oriente se han visto obligadas a desviar sus rutas hacia el norte a través de Turquía y el Cáucaso. Otros fueron dirigidas al sur a través de Egipto y Arabia Saudita.

Ruta seguida por las aerolíneas que vuelan alrededor de la zona. Foto: © FlightRadar24

Actualmente se recomienda que todas las aerolíneas eviten el espacio aéreo de Israel, Líbano e Irán. Los de Irak o Afganistán sólo deben cruzarse a una altitud segura de unos 10 mil metros o más. Debemos recordar que desde finales del 2022 también quedó vetado el espacio aéreo de toda Rusia y de Ucrania.

Las partes en conflicto ponen en peligro el tráfico aéreo con cohetes, proyectiles y drones; así como con instrumentos de la guerra electrónica que interrumpen la transmisión de señales vitales para la navegación mucho más allá del área de combate real.

En el caso de las aeronaves civiles, las comunicaciones por satélite corren un riesgo especial, pues las operaciones militares obstaculizan que los pilotos reciban datos precisos e imprescindibles para su labor.

La escalada de este conflicto en el Medio Oriente tiene además una repercusión notoria en la economía global pues Irán es uno de los principales productores de petróleo del mundo y un operador estratégico del Golfo Pérsico. Esta zona es extremadamente sensible en términos logísticos, como también lo es el Mar Rojo, impactado por las acciones de los rebeldes yemenitas que apoyan a los palestinos y que han sido castigados por Israel.

¿Es posible la paz?

La Franja de Gaza se ha convertido en el cementerio del derecho internacional, realidad que antecede al 7 de octubre del 2023. Allí los palestinos vivían sin derechos, con humillantes limitaciones para acceder al agua potable, a los alimentos y a la libre movilidad por un territorio que le pertenecía desde tiempos inmemoriales.

Luego del inicio de las acciones militares de Israel en octubre del pasado año, la Franja se ha convertido también en el cementerio de decenas de miles de palestinos, principalmente mujeres y niños. Nada indica que la agresión vaya a cesar.

A lo largo de 12 meses de una guerra que se ha transmitido en vivo por las redes sociales y los grandes medios de comunicación, el clamor mundial para detener la masacre y establecer corredores humanitarios que permita a los civiles escapar del espanto de la guerra, ha sido desoído por el Gobierno de Israel.

Ninguna tribuna ha sido lo suficientemente fuerte como para obligarlo a detener el genocidio: ni el Consejo de Seguridad ni la Asamblea General de las Naciones Unidas. Tampoco las cortes Internacional de Justicia o Penal Internacional, ni siquiera los aliados de siempre.

Una de esas iniciativas que parece no llegar a ninguna parte ha sido liderada por EE.UU., compartida por Egipto y Catar.

Durante el avance del Ejercito israelí hacia el sur de Gaza, llegó a un corredor que resulta vital para todos y que era la única frontera palestina que no controlaban. Los árabes le llaman corredor Saladino, mientras los israelitas le dicen Filadelfia.

Se trata de una franja terrestre de 14 kilómetros de largo y unos cien metros de ancho que corre paralela a la frontera entre Egipto y Gaza, desde la costa mediterránea hasta el paso de Kerem Shalom. En ella se encuentra el fronterizo de Rafah.

El corredor Filadelfia se creó en 1979, cuando el ejército israelí terminó su ocupación de la península del Sinaí a cambio de un tratado de paz con Egipto (Acuerdos de Camp David). No obstante, con el pretexto de demoler supuestos túneles construidos por los palestinos allí para el contrabando de armas, el Ejército israelí realizó numerosas incursiones y para septiembre del 2004 había destruido mil 600 casas.

Tras la retirada israelí de la Franja de Gaza en septiembre de 2005, Tel Aviv acordó con la administración egipcia los Acuerdos de Filadelfia. Se suponía que el corredor pasaría ser una zona desmilitarizada bajo control conjunto de Egipto y la Autoridad Nacional Palestina. La Misión de Asistencia Fronteriza a Rafah de la Unión Europea (EUBAM Rafah) quedó como responsable de verificar el cruce fronterizo de Rafah.

Ahora el espacio se ha convertido en el más reciente palo en la tortuosa carreta de la paz. Israel reclama el control total de la zona, argumento que ha sido entendido como un nuevo pretexto para boicotear la iniciativa.

No obstante, Netanyahu ha rechazado las sugerencias de Washington de que un acuerdo pacificador esté cerca: “Hamás no ha llegado a un acuerdo. Lamentablemente, no hay ningún acuerdo en proceso”, dijo horas después de que un funcionario estadounidense anunciara que el pacto estaba completado en un 90 por ciento.

Ello explica por qué el pasado viernes 4 de octubre el presidente Joe Biden fuera tajante al abordar el tema ante la prensa: “Ningún gobierno ha ayudado a Israel más que yo. Ninguno, ninguno, ninguno. Y creo que [Netanyahu] debería recordar eso”.

El llamado de atención respondía también a los demócratas estadounidenses que han expresado su preocupación acerca de que el primer ministro israelí podría estar ignorando los llamados de Biden a negociar un acuerdo de alto el fuego con el fin de afectar al partido de cara a los comicios de noviembre.

Jalil al Hayya se convirtió en el máximo dirigente de Hamás fuera de Gaza después de que Israel asesinara, en julio, a su predecesor, Ismail Haniya. Foto: BBC

Hamas, por su parte, se mantiene firme en sus reclamos. El pasado 4 de octubre, en entrevista realizada por la BBC en Doha, Jalil al Hayya, máximo dirigente de la organización fuera de Gaza, reiteró que “si los palestinos no consiguen su derecho a un Estado, el regreso de los refugiados y la autodeterminación, la región no se calmará, por muchas muertes y asesinatos que se produzcan”.

A la pregunta de si se considera terrorista, el líder palestino sentenció: “Busco la libertad y defiendo a mi pueblo. Para la ocupación, todos somos terroristas: los dirigentes, las mujeres y los niños”.

El alto al fuego en la región llegará, aunque hoy el humo de la pólvora no permita prever cuándo. Pero eso no traerá paz. En el Medio Oriente, tan rico en recursos naturales y saberes milenarios, confluyen demasiados intereses foráneos que alimentan la espiral de violencia para que esta no tenga fin.

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