“Cuando yo entré aquí no sabía ni lo que era un bulto”. Esas fueron las primeras palabras de Mayelín Gotera López al hablar de su experiencia como directora general de Aerovaradero. Al llegar a este sitio, “en una fecha significativa, un 13 de agosto, en representación de la Corporación de la Aviación Cubana S.A. (CACSA), vine a contribuir como parte de la operación Voluntad. Nunca tuve la intención de quedarme”. Tampoco imaginó que se convertiría en la directora de esta empresa, para bien.
Nunca había desarrollado una actividad tan difícil como esta, asegura Mayelín: “He sido cuadro político por 14 años, tiempo en el cual fui primera secretaria de la UJC en un municipio habanero, miembro del buró de La Habana, y estuve cinco años al frente del programa de instructores de arte, pero nada como esto”. Se refiere a la gestión de las cargas que arriban vía aérea al país, en especial la paquetería y su distribución, que como todos recuerdan, tuvo un momento de gran acumulación de bultos, que obligó a adoptar medidas extraordinarias, bajo el seguimiento de la máxima dirección del país.
“Yo llegaba a la casa a veces a las 3 o 4 de la mañana, lloraba, me bañaba, dormía una hora o dos, y volvía para el trabajo. Eso era de lunes a lunes. Por eso pasamos todos los compañeros que teníamos como objetivo lograr la entrega, en el menor tiempo posible, de todos los paquetes acumulados en el almacén cuando la contingencia que generó una gran cantidad de bultos para distribuir”, recuerda.
Mayelín nos cuenta que pasó momentos muy difíciles. Muchas veces tuvo deseos de irse, pero decidió enfrentarse con todo a ese reto profesional y personal. Hay una parte del trabajo aquí, que, al decir de esta directora no se aprende en ningún otro lugar. Son asuntos técnicos, que se entienden sobre la marcha. No obstante, como ella misma dice: “si uno en los momentos complejos abandona, jamás va a probar si es capaz de lograrlo.»
Esos no son los únicos obstáculos. Por ejemplo, “hay personas que no te aceptan, porque vienes de otra empresa y ellos llevan muchos años en la entidad. En los primeros meses yo sentí que no era querida, pero hoy puedo asegurar que mi colectivo me sigue, me acompaña, me quiere, me exige, y ya tengo un compromiso con ellos”, asegura.
“Lo importante es que todos hagan lo que les toca hacer y tomar decisiones en colectivo. En Aerovaradero no existen las decisiones unilaterales. Se trabaja con los órganos colegiados de dirección y con comisiones creadas para cada caso. Cuando se enreda algún tema, reunimos a los que saben de eso y logramos superar el problema”, explica Mayelín.
El amor por este sitio le brota a Mayelín por los poros. Sus palabras hacia Aerovaradero y su colectivo son tan sentidas como cuando alguien habla de su propia familia. “Es realmente difícil que uno no le coja cariño o no se apegue a una empresa de la aviación y a su gente, cuando comienzas adentrarte en su trabajo”, asegura Mayelín y añade “(…) «Nos sentimos bien, porque estamos cumpliendo nuestros objetivos y la misión de la empresa, acompañamos al OSDE en sus necesidades, tenemos compromiso, deseo y responsabilidad”.