Casi sin sacudirse el polvo del camino, llegó en 1985 Ricardo Crespo Ramos al Taller de Tracción José Ramírez Casamayor (Ciénaga). Estrenaba, entonces, su título de ingeniería en locomotoras, obtenido en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Nunca imaginó que 38 años más tarde dirigiría el lugar donde por primera vez trabajara, y a donde llegó con humildad diciendo que necesitaba del apoyo de todos para de verdad hacerse un ingeniero, “porque la legítima forja está en la práctica”. Contaba apenas 24 años y la novia que dejó en la Isla, quizás el tiempo y la distancia la desanimaron (no existían la redes sociales, ni el correo electrónico, entonces); pero lo cierto es que su llegada a La Habana, exactamente al barrio del Canal, en el Cerro, le deparaba apenas trabajar. Más tarde fundaría la linda familia que hoy disfruta: con nietos incluidos, como para aliviar el peso de tantas responsabilidades.
“Aproveché las ganas que traía de ejercer lo que había estudiado, y desde mi primer trabajo como mecánico diésel me inserté al movimiento de innovadores y racionalizadores junto a otros ingenieros graduados en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (CUJAE). Hicimos no pocos trabajos que resolvieron muchos problemas, como simuladores de prueba de agregados menores, tanto eléctricos como mecánicos”.
Transitar por varios departamentos en los Talleres Ciénaga curtió su experticia. Conoció cómo se trabaja en las áreas de Partes Rodantes, Electricidad, Aire, así como en la de Explotación de locomotoras. Esa es, según reconoce, la principal fortaleza con la que hoy cuenta para dirigir a quienes tratan de recuperar parte del parque de locomotoras que están fuera de servicio en el país.
Su experiencia también abarcó trabajar en talleres de apoyo, entre estos los de forja, laboratorios de inyección donde se prueban las bombas para las locomotoras, así como en laboratorios químicos que validan la calidad de los aceites; y en metrología para calibrar los instrumentos de medición de parámetros de locomotoras.
Prestigio y conocimientos también pusieron en sus manos encargos tan engorrosos como ser especialista de material rodante en el Órgano de Inspección Estatal, a nivel nacional y más tarde en Occidente.
Sin una gota de cansancio, a pesar de las dificultades que atraviesa nuestro país en estos tiempos, Ricardo espera con entusiasmo que avance la ejecución de la inversión que en Ciénaga tiene lugar en estos momentos, para que cuando concluya, como promedio, puedan garantizar anualmente reparaciones medias y generales a 40 locomotoras.
“En medio de las dificultades que enfrentamos, estamos priorizando la nave 1.Cuando esta quede lista se podrá poner en funcionamiento el 70 por ciento de la capacidad tecnológica de toda la instalación. Entonces los ferrocarriles cambiarán para bien de nuestra economía, y orgullo de los que hemos dado la vida por este sector y la seguiremos dando”.